Imprimir archivo pdf: "Que sean uno"
Allocutio Concilium Legión de María

La Santísima Trinidad que hoy honramos es una Unidad indivisa de tres Personas: Padre, Hijo y Espíritu Santo. El Papa León, ha estado hablando de unidad durante el último mes porque esa es su misión fundamental: trabajar por la unidad en la Iglesia, dadas las palabras de Nuestro Señor: «Padre, que sean uno como tú y yo somos uno».
En su discurso a los numerosos grupos apostólicos
laicos que se reunieron con él recientemente en el Vaticano, se mantuvo fiel al
tema de la unidad. Permítanme citarlo parcialmente. La unidad y la misión son
dos aspectos esenciales de la vida de la Iglesia y dos prioridades del
ministerio petrino. Todos ustedes experimentan constantemente la comunión
espiritual que los une. Es la comunión que el Espíritu Santo, realiza en la
Iglesia. Es una unidad que tiene su fundamento en Cristo, quien nos atrae hacia
sí y así nos une unos a otros. Procuren difundir por doquier esta unidad que
ustedes mismos experimentan en sus grupos y comunidades, siempre en comunión
con los pastores de la Iglesia. Acérquense a todos aquellos con quienes se
encuentren, para que sus carismas estén siempre al servicio de la unidad de la
Iglesia y sean «levadura de unidad, comunión y fraternidad» (cf. Homilía, 18 de
mayo de 2025) en nuestro mundo, tan desgarrado por la discordia y la violencia.
Este deseo y desafío de la unidad, es tan
importante que fue la primera tarea que Frank Duff, encomendó a todos los
consejos de la Legión. Permítanme citar en el Manual. El primer artículo del
capítulo 28 sobre el gobierno de la Legión dice: «El gobierno, local y central,
de la Legión, será ejercido por sus consejos, cuya función en sus respectivas
esferas será asegurar la unidad...». Continúa mencionando otros deberes, pero
me llama la atención ese primer objetivo: la unidad (véase también Estatutos,
art. 14). A menudo lo pasamos por alto, pero es el primer deber de todos los
órganos de gobierno. Ahora bien, el hecho de que el Papa, quiera que
colaboremos con él, en ello no deja lugar a dudas.
Hay algo aún más serio. Me impactaron las palabras de Nuestro Señor, esta semana en un pasaje del Evangelio: «Si recuerdas que tu hermano tiene algo contra ti, deja tu ofrenda allí delante del altar y ve, reconcíliate primero con tu hermano...» (Mt 5,24-25). ¡Presten atención a la palabra «primero»! Puede que tengan dones que ofrecer, pero primero trabajen por la unidad. El Papa León, habló primero de la unidad antes que de la misión. Y el Manual, menciona la unidad, como el primer deber de todos los consejos, antes que cualquier otra cosa. Que todos los oficiales, en todas partes, primero los presidentes, dejando de lado por el momento cualquier otro don que puedan ofrecer, sean agentes de unidad, mediante su disposición amistosa hacia todos a quienes sirven, y al mismo tiempo que fomenten un intercambio pleno y honesto, y así poder hacer frente a posibles conflictos.
Dado que tantas personalidades conforman la Legión
de María, y dadas las divergencias espaciales y culturales a lo largo de
nuestro planeta, mantener la unidad, requiere atención y esfuerzo. La historia
de la Iglesia muestra tantas divisiones y separaciones que el riesgo de
tensiones y desunión siempre estará presente.
Sin embargo, una realidad que nos será de gran ayuda a todos es esta: Nuestra Señora, nuestra Madre celestial. Una madre es a menudo el centro de la unidad en el hogar y la familia. El amor por sus hijos y el amor de los hijos por ella es muy eficaz para fomentar la unidad familiar. Y en la Legión no será diferente. Mantengámonos todos cerca de nuestra Madre María y estaremos unidos los unos a los otros.
Sin embargo, los niños pelearán, reñirán y se
pelearán. El Manual contiene diversas advertencias y consejos sobre cómo ayudar
a mantener la unidad de la Legión. La armonía debe reinar por encima de todo.
«La clave de cualquier reunión de la Legión debe ser convencer, no rechazar.
Cuando se descubran diferencias de opinión, quienes obviamente son mayoría
harán bien en mostrar total paciencia. Si es necesario, se pospondrá una
decisión para otra reunión, y de hecho, se repetirá una y otra vez cuando sea
necesario para permitir una consideración completa y madura. Se debe informar a
los miembros sobre todos los aspectos del asunto. Se debe animar a todos a orar
pidiendo luz. No es la victoria de una opinión lo que está en juego, sino una
humilde búsqueda de la voluntad de Dios en el asunto. Así, comúnmente se encontrará
que se ha logrado la unanimidad» (artículo 35 de los Estatutos; véase también
el Manual, cap. 28, nn22-25).
Un riesgo real es dejar que los problemas se
agraven. San Pablo dijo: «No dejen que la puesta del sol, los sorprenda con su
enojo»(Efesios 4:26). Es mejor afrontar y resolver un problema desde el
principio, antes de que se convierta en una llaga grave o incluso en una
enfermedad incurable. Por eso, san Pablo y san Bernabé, subieron a Jerusalén,
antes de emprender su primer viaje misionero, para resolver el problema de
tantos gentiles que deseaban unirse a la Iglesia (Hechos 15). Así, que no
sorprende que el Manual, diga con franqueza: «La esencia misma de un consejo
legionario es la discusión franca y libre de sus asuntos y problemas». Y anima
a todos a compartir lo que sienten al respecto, a trabajar por la armonía
compartiendo honestamente y escuchando con humildad y caridad, y a buscar una
solución duradera que traiga paz a la comunidad. Es evidente que cada consejo
tiene sus responsabilidades, a su nivel, para procurar la unidad. Y los
presidentes y oficiales, tienen la responsabilidad de animar a los miembros a
ser francos y honestos para que podamos abordar cualquier asunto lo antes
posible, antes de que surja una ruptura grave.
Mencioné a Nuestra Señora, antes. Como madre, no
desea que haya conflictos entre sus hijos. Así que terminaré llamando la
atención sobre el capítulo 39, n.º 35 del Manual, donde se menciona al Papa
Pablo VI. «Finalmente, para poner de manifiesto su deber maternal y unificador
hacia todos los miembros de la familia humana, su santidad le confiere a María,
el significativo título de 'Madre de la Unidad'. «Ella es la madre de la gracia
y de la unidad, de modo que sin ella las almas no encontrarán su camino».
Unámonos todos a Nuestra Señora, como Madre de la Unidad y colaboremos con ella para ayudar a forjar lazos de unidad en toda la Legión.
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