
Creo que me hago eco de todos sus sentimientos cuando deseo todas las bendiciones posibles al Papa León XIV, sucesor de San Pedro. Le deseamos sinceramente lo mejor, y rogamos la ayuda del Espíritu Santo, con él y también rogamos la protección de Nuestra Señora a su alrededor. Y siguiendo el pensamiento de Frank Duff, estamos lealmente con él, y le apoyamos en su ministerio. Nunca debemos olvidar aquella famosa expresión Ubi Petrus, ibi Ecclesia. «Donde está Pedro, allí está la Iglesia».
Recientemente he estado hojeando bastantes artículos de Frank Duff, sobre la Virgen y observo un tema común al que recurre y que me lleva a tomar prestada esa expresión que acabo de mencionar. Para Frank, María, es esencial para la Iglesia. Parafraseo así a Frank: «Sin María no hay Iglesia». Así que también podemos decir Ubi Maria, ibi Ecclesia. María, es otro signo de la verdadera Iglesia.
Si leemos atentamente los Evangelios, esto salta a la vista. Las bodas de Caná, son también el momento en que Jesús, se desposa con su Iglesia, simbolizado por la entrega de su Madre María, a su ministerio público (Jn 2,1-11). Juan, el discípulo amado y evangelista, relata que, después de las bodas de Caná, Jesús, bajó a Cafarnaún, con su madre y con sus hermanos y discípulos (Jn 2,12). Esta es la Iglesia en sus comienzos, en su estado embrionario. Y me parece enormemente significativo que el texto mencione primero a su madre, antes que a cualquier otro discípulo. Es el Espíritu Santo, simbolizado en el vino de aquel gran milagro, que nos habla. María, está junto a Jesús, en su iglesia embrionaria.
Yo quiero decir unas palabras sobre ella, que quizá hayamos pasado por alto. Muchos santos, como San Bernardo, (por poner sólo un ejemplo) han entendido el Fiat de María, como dicho, no sólo como un acuerdo entre ella y Dios a través de la amable cortesía del Arcángel Gabriel, sino también una decisión de ella, por toda la humanidad, de hecho por toda la Creación. Cuando María, estuvo al pie de la Cruz, no estaba allí sólo por sí misma, sino por todos nosotros. Estaba allí, no sólo como la más pura de las criaturas, sino como la que suplica por todos nosotros, pecadores necesitados de su gracia redentora, igual que había dicho sí, por nosotros en la Anunciación. Ella sustituye al cobarde Pedro, a Tomás, que había huido a kilómetros de distancia. Y cuando tú y yo, le damos la espalda a Dios, ella permanece por nosotros ante el trono de Dios, suplicando por nosotros. Siempre está al 100% con la Iglesia.
Y en vísperas de Pentecostés, está de nuevo con el pequeño grupo de discípulos que intentan comprender lo que han vivido.
Y ella, Esposa del Espíritu Santo, es el catalizador que atrae al Espíritu Santo, sobre todos ellos y les ayuda a eliminar los miedos que les paralizaban.
Y esto continúa. Durante su ministerio, nunca parece estar demasiado lejos, como demuestra la expresión de preocupación que muestra por él, cuando está agotado.
Y no podemos ignorar las muchas veces que se ha revelado a ciertas personas a lo largo de la historia. Están las apariciones a Juan Diego, en Guadalupe. Desde entonces hemos tenido los incidentes de la Rue de Bac, Lourdes, Knock y Fátima, por nombrar sólo algunos. Luis María de Montford, menciona muchos antes de éstos en su obra sobre el Secreto del Rosario. Está claro que María, está con nosotros. En efecto, si preguntas a los fieles qué oración pronunció en la Rue de Bac, cuál fue su respuesta a Bernadette en Lourdes, o a Juan Diego, los fieles te lo dirán. Pero si le pides a la gente que cite una frase completa del Vaticano II, bueno, estarían en problemas. Primero escuchamos a nuestra madre.
Frank Duff, fue muy claro sobre su centralidad en la verdadera Iglesia. «María, es igualmente fundamental para la Iglesia. Hay momentos en que se hacen esfuerzos para minimizarla... cualquier disminución de ella, va en contra del capítulo 8 de De Ecclesia ...» (De Fear not to accept Mary). «No se la puede quitar y dejar intacta a la Iglesia. Dejaría de ser la Iglesia católica. Su posición es primordial» (De Have the mind of Mary).
Comencé refiriéndome a nuestro nuevo Papa. No puedo dejar de señalar algo que salta a la vista en él: un lugar muy especial para Nuestra Señora. Desde su discurso de apertura haciéndonos rezar a todos el Ave María, su visita al icono de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, hasta su Escudo de Armas, pasando por haber sido Director Espiritual, de una Curia en Perú, todo habla de un hombre que tiene una relación especial con Ella. Es uno, con nosotros. Recemos continuamente por él. Terminemos esta allocutio rezando a la Virgen por él: Ave María...
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