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ALLOCUTIO
POR EL REV. FR. BEDE McGREGOR O.P. (Q.E D)
Director Espiritual del Concilium
(Febrero 2007)

Edel Quinn y el Regalo del Sufrimiento
Todos tenemos nuestros santos
favoritos. Nos atraen más unos que otros. ¿Por qué muchos de nosotros somos
atraídos profundamente hacia la Venerable Edel Quinn? Puedo casi oír su risa
pícara con la sola idea de ser llamada Venerable, cuando ella era aun joven y
llena de alegría y entusiasmo. Pienso que llevamos de ella su espíritu festivo,
su ador, su natural encanto, su regalo de la amistad. Además de ser una
compañera tan encantadora, sabíamos que podíamos compartir nuestras
preocupaciones más profundas y ser entendidos y animados por ella. Ella tenía
una sonrisa profunda siempre de acogida. Ella está tan cerca de Dios y de su
Madre. Ella ama tanto a la gente que hará todo por nosotros.
Pero lo más notable del espíritu de
Edel era la alegría que la acompañaba aun en medio de tan increíble
sufrimiento. El apostolado de la Legión se basa en el contacto personal
llevando el espíritu de Maria y esto significa que resolveremos el sufrimiento
porque no hay historia humana que no tenga su contingente de heridas y de
dolor. No hay excepciones en el sufrimiento y los legionarios tendrán en la
vida un curso para aprender cómo estar presentes donde la gente está dolida
pero con el espíritu de Maria. Podemos ser de mucha ayuda con el ejemplo y la
amistad de Edel haciendo frente a los sufrimientos de los otros. Pero quizás el
mayor desafío se presenta cuando nos ocupamos del sufrimiento en sus numerosas
formas en nuestra propia vida. Puede ser relativamente fácil dormir con el
dolor de la otra persona. Nos dice Edel que el significado del sufrimiento en
nuestras vidas, tiene un valor inmenso. Ella sabía lo que decía cuando hablaba
del sufrimiento. Podemos todos hablar con facilidad sobre el papel del
sufrimiento en la vida cristiana pero es una cuestión totalmente distinta
cuando se pone en práctica.
Edel nació a la vida eterna el 12 de
mayo de 1944, en la Celebración de la Santa Cruz. La cruz fue el eje sobre el
cual giraba su vida. Ella murió un viernes, un día dado normalmente a la
reflexión en la pasión de Cristo, el 14 de septiembre, 1907 en el mes de María,
nació a este mundo. Ella pasó su vida de adulta dentro y fuera de los
hospitales, en un total estado de agotamiento y desgaste. Todavía escuchamos lo
que ella decía sobre el sufrimiento y la enfermedad. Ella escribía en su
diario, “Nosotros podemos lograr que esas cosas que funcionan opuestamente a
nuestros propios planes y deseos sean gracias todas y cada una. La voluntad de
Dios las permite y representan su persistente búsqueda de nosotros. Debemos abrazarlas,
hacerlas parte de nosotros, y pagar el pequeño precio que exigen. Hacer siempre
su voluntad y eliminar siempre la nuestra. Los pequeños sacrificios son todo lo
que podemos llevar; seamos fieles y alegres en aceptarlos con la ayuda de
Nuestra Madre. Tenemos solamente esta vida y quizás bien corta, para probar
nuestro amor. Si hacemos el esfuerzo, Jesús y Maria nos ayudarán a llevarlas.
Si uno sabe la verdad de estas cosas, uno debe ser agradecido y regocijarse en
cada debilidad y cansancio físico. Ésta es una leve parte de los sufrimientos y
gracias de Cristo.” Ella resume su acercamiento total al sufrimiento diciendo
“sufrir por Nuestro Señor es mi alegría más grande”.
Notarás que el lenguaje de Edel en sus
notas privadas es exactamente igual al Manual. Ella en su vida era una
verdadera encarnación del Manual en el sufrimiento. El Manual se refiere al
privilegio inestimable del sufrimiento, el regalo de sufrir, el apostolado del
sufrimiento y expresa que cada sufrimiento es una gracia. El Manual valora lo
que Santa Teresa de Ávila, dice que “ningún mayor favor puede su Majestad
concedernos que darnos una vida, orientada por el ejemplo de su querido Hijo.”
También valora las palabras de San Pedro de Alcántara que decía a los pacientes
cuando los visitaba en el hospital: El “paciente feliz, demuestra cómo es de
grande la gloria de Dios que ha ganado por la aceptación de su enfermedad. Ha
merecido más que lo que otros pueden ganar por rezos, ayunos, vigilias, azotes
y otros trabajos penitenciales.
El Siervo de Dios, Arzobispo Fulton
Sheen dijo -quien era un gran seguidor de la Legión de María- y habló en
nuestra reunión del Concilium en menos de una ocasión comentaba a menudo que
había tanto sufrimiento perdido en el mundo. Sería una gran tragedia si eso
fuera el caso de la Legión. Hay algo especial en la intercesión de los que
sufren. Por lo tanto debemos intentar conseguir que a aquellos que visitamos en
hospitales, clínicas de reposo, enfermos y ancianos en sus hogares, sean
nuestros auxiliares en el apostolado activo de la Legión. Y esto sería un
recurso precioso de la Legión, si todos nuestros auxiliares en el mundo nos
ayudaran a ver el inmenso valor del sufrimiento para la salvación de las almas
y la unión de nosotros con Cristo.
Permítanme concluir con algunas palabras del diario privado de Edel.
Ella escribe “Cuando nosotros unimos nuestro sufrimientos con los suyos y los
ofrecemos al cielo para su gloria, esos sufrimientos se vuelven dulces y nos
llevan muy cerca de Él y son fuente de verdadera felicidad. Esmerémonos en
imitar a Nuestro Señor en la aceptación alegre del sufrimiento. Las
dificultades de la salud, los trastornos diarios son los más preciados
regalos”. Roguemos a Edel con frecuencia para que nos ayude a llevar la cruz
por la salvación de nuestras almas.
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