Al igual que muchos santos, es difícil penetrar en la profundidad de su vida espiritual y no se puede decir mucho al respecto. Sin embargo, Alfie, tenía una profunda devoción activa por María.
Nunca se le vio con otra cosa que no fuera una sonrisa y buen humor, a pesar de los viajes y las condiciones que habrían agotado su frágil cuerpo. Renovaba con mucha frecuencia su promesa legionaria al Espíritu Santo y sus compañeros de cabecera eran: los evangelios y la obra de San Luis María Grignion de Montfort, La verdadera devoción a Jesús por María. Se esforzaba por mantenerse en contacto con un gran número de personas y se proponía escribir al menos tres cartas al día.
Estas cartas, al igual que los consejos espirituales que daba, eran muy apreciadas por quienes las recibían. Unos días antes de su muerte, una enfermera comentó que rezaba muchos rosarios.
Ella le dijo: «Eres un católico extraordinario». Él respondió: «Oh, no, solo soy un católico muy corriente».
Noel Lynch, antiguo enviado de la Legión a Sudamérica.
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