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domingo, 30 de marzo de 2025
sábado, 29 de marzo de 2025
Allocutio Concilium Legión de María 23 marzo 2025
Allocutio Concilium Legión de María
P Paul Churchill, Director Espiritual del Concilium

Conocer a Cristo Crucificado
Con ustedes decidí no conocer más que a Jesús, el Mesías, y un Mesías crucificado (1 Cor: 2,2). Así lo expresó
San Pablo poco más de 20 años después de los acontecimientos del Viernes Santo.
Pero también nosotros, casi 2.000 años después, no necesitamos conocerle de
otro modo. Cada vez que celebramos la Misa, cada vez que rezamos ante el
Santísimo Sacramento, cada vez que pasamos ante una Iglesia, recordemos que la
Persona que está allí es la que ha sido crucificada y todavía lleva en su
cuerpo las heridas de esa crucifixión. No hay otro modo de recordarlo, de ser
conscientes de él.
Sólo podemos pensar ocasionalmente en él como el
Hijo eterno con el Padre, o la Palabra hecha carne en el seno de la Virgen, o
el niño nacido en el establo de Belén, o el gran predicador y taumaturgo de
Galilea. Pero la gran realidad en este momento es que Él, es el que fue
crucificado, murió, fue sepultado y ha resucitado de entre los muertos,
llevando las heridas de su Pasión. Y tanto si es a un Tomás dubitativo que
exige ver las llagas hechas en sus manos, como si es a una Margarita María
Alocque, más reciente a quien muestra su corazón herido, sigue siendo la misma
realidad: Cristo crucificado, resucitado pero todavía con sus heridas. Por eso
tenemos las 5 tachuelas en el Cirio Pascual.
San Pablo dice: «¡Predicamos a un Cristo
crucificado!». (1 Cor 1, 23). Cada vez que nos presentemos ante Él para orar,
sea en la Iglesia o en la intimidad de nuestro hogar, sea en la Misa o en
cualquier otro Sacramento, tengamos siempre ante nosotros esa realidad: éste es
el que todavía lleva las llagas de la Cruz. Sólo así podremos conocerle y
relacionarnos con Él.
Y no olvidemos nunca que la razón por la que es así,
es por nuestros pecados. Él todavía lleva las heridas de nuestros pecados.
Incluso en la eternidad adoraremos al Cordero en cuya sangre todos hemos sido
lavados (Ap 7,13-14). De hecho, en el Libro del Apocalipsis o Revelación hay 28
referencias al Cordero y muchas de ellas se refieren a él inmolado, o a su
sangre por la que hemos sido lavados. Esta es su realidad actual y como será en
la eternidad.
Cuando vas a rezarle, cuando le pides ayuda, ¿cómo
lo visualizas? Recuerda siempre sus heridas. Recuérdate a ti mismo que él
sufrió todo esto a causa de tus pecados. Este debe ser el punto de partida de
cada encuentro con Él.
Cuando Jesús aceptó el marco de madera de la Cruz,
aceptó algo aún más pesado. Asumió los pecados de todo el mundo. Como dijo
Isaías: «Herido fue por nuestra rebelión, molido por nuestros pecados» (Is
53,5).
La decisión y la intención de crucificar a Jesús,
llevaban incrustados todos los pecados del mundo. El odio y los celos por parte
de los saduceos y fariseos, la traición a la verdad por parte de Pilato, la
opción de Pilato y los apóstoles de ir a salvarse y optar por la comodidad
personal. Y luego, tal vez, la mayoría silenciosa. Podemos leer en ese momento
también el abandono absoluto de la compasión. La oración y la reflexión
mostrarán más. Este es el peso que lleva; esta es la carga que sabe que debe
soportar para que el reino del pecado pueda terminar.
Pero entonces cae al suelo. Su fuerza física le ha
abandonado. Pero tal vez su fuerza espiritual también esté bajo presión. Sin
embargo, sabe que debe levantarse y seguir hasta el final. Y cuando se levanta,
allí está ella, a la que se dirige como «¡Mujer!». La persona de la creación de
la que más depende. Siempre ha dependido de ella. Ahora más que nunca. Porque
ve en ella, no sólo a su madre, sino a la llena de gracia y belleza y hermosura
y compasión y el amor más puro. Ella le muestra que la raza humana es hermosa y
que merece la pena luchar por ella. De ella saca fuerzas para seguir adelante y
completar su misión.
Esto se ve reforzado por Simón, que presta voluntariamente
sus hombros a la Cruz al verlo exigido por las circunstancias. Verónica le
muestra una bondad espontánea y, de hecho, a medida que avanza su calvario, se
ve recompensado. El joven Juan está allí con su madre, Magdalena y las demás
mujeres, el buen ladrón le defiende y busca su intercesión. Y, justo al morir,
¿oyó decir al centurión: «Éste era un buen hombre, éste era un hijo de Dios»?
En la muerte vuelve al Padre en la eternidad y
lleva su pasión y muerte soportadas hasta su Padre celestial. Y se eterniza
para que en cada Misa podamos tener contacto directo con él. Pero, como
muestran sus experiencias de resurrección, sigue llevando sus heridas. Así
debemos mirar al Señor en el Altar, en el Sagrario, en nuestros espacios
privados, cada vez que nos dirigimos a Él. Él es el Señor que lleva las heridas
de nuestros pecados, por los que se entregó totalmente.
En su existencia terrena dependió sobre todo de una
persona. De su Sí dependió su entrada en el mundo, de sus pechos su primera
leche, de sus manos suaves sus primeros pasos, de su guía se mantuvo alejado de
la mirada pública antes de que ella le autorizara a seguir adelante con su
ministerio en las bodas de Caná, símbolo de las bodas del Cordero que fue
inmolado por nosotros.
San Pablo decía: « Ahora me alegro
por los padecimientos que soporto por vosotros, y completo en mi carne lo que
falta a las tribulaciones de Cristo, en favor de su Cuerpo, que es la Iglesia,» (Col 1,24). La Virgen lo vivió. Nos pide que hagamos lo mismo. Y yo
sólo me pregunto esto: ¿se librará alguna vez Nuestro Señor de esas heridas de
la Cruz? Tal vez, pero sólo cuando llegue al Cielo el último de los redimidos.
Pero tal vez será nuestra alegría contemplarle siempre con esas llagas que nos
muestran la profundidad de su amor y la maravilla de su sufrimiento. Sus
heridas nos curan.
«Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos, porque por tu Santa Cruz has
redimido al mundo».
«Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos, porque por tu Santa Cruz has redimido al mundo».
miércoles, 26 de marzo de 2025
*Encuentro de formación Virtual* Senatus Annuntiata de Bogotá, Colombia, 23 marzo 2025





lunes, 24 de marzo de 2025
sábado, 22 de marzo de 2025
La Librería Ambulante, 22 marzo 2025
La Librería Ambulante






domingo, 16 de marzo de 2025
viernes, 7 de marzo de 2025
Bienvenidos
ORACIONES AL EMPEZAR
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amen
V. Ven, Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos la llama de tu amor.
Envía, Señor, tu Espíritu y todo será creado.
R. Y renovarás la faz de la tierra.
OREMOS: Oh Dios Padre nuestro, derrama los dones de tu Espíritu sobre el mundo: enviaste El Espíritu a tu Iglesia para iniciar la enseñanza del evangelio; que sea ahora tu Espíritu el que continúe trabajando en el mundo a través de los corazones de todos los que creen en ti. Por Cristo Nuestro Señor, Amén.
V. Señor, abre mis labios.
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.
V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Se reza el Santo Rosario y la Salve
V. Ruega por nosotros, santa Madre de Dios.
R. Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Jesucristo.
OREMOS: Oh, Dios, cuyo Hijo Unigénito nos obtuvo la salvación eterna por medio de su vida, muerte y resurrección; concédenos, a quienes meditamos estos misterios en el rosario de la bienaventurada Virgen María, imitar lo que enseñan y alcanzar lo que prometen Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
V Sacratísimo Corazón de Jesús.
R. Ten piedad de nosotros.
V. Inmaculado Corazón de María
R. Ruega por nosotros.
V San José.
R. Ruega por nosotros
V. San Juan Evangelista.
R . Ruega por nosotros.
V. San Luís María de Montfort.
R. Ruega por nosotros.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
CATENA LEGIONIS(Se dirá a mitad de la ¡unta. Todo legionario debe rezarla diariamente).
Antífona. ¿Quién es Ésta que va subiendo cual aurora naciente, bella como la luna, brillante como el sol, terrible como un ejército formado en batalla?
Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi Salvador, porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí; su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación.
Él hace proezas con su brazo; dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos Amén.
Antífona. ¿Quién es Ésta que va subiendo cual aurora naciente, bella como la luna, brillante como el sol, terrible como un ejército formado en batalla?
V. Oh María, sin pecado concebida.
R. Ruega por nosotros que recurrimos a Ti
OREMOS: Oh, Señor Jesucristo, medianero nuestro delante del Padre, que constituiste a la Santísima Virgen, Tu Madre, madre nuestra Y medianera ante Ti, haz que cuantos a Ti
acudieren para pedirte beneficios se gocen de haberlo conseguido todo por Ella. Amén.
(Que se debe rezar al concluir la junta).
En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo. Am é n.
Bajo tu protección nos acogemos, Santa Madre de Dios; no desoigas las súplicas que te dirigimos en nuestras necesidades; antes bien, líbranos siempre de todo peligro, oh Virgen gloriosa y bendita.
V. María Inmaculada, medianera de todas las gracias. (o la invocación propia del praesidium)
R. Ruega por nosotros.
V. San Miguel, San Gabriel y San Rafael.
R. Rogad por nosotros.
V. Todas las Potestades del cielo, Legión angélica de María.
R. Rogad por nosotros.
V. San Juan Bautista.
R. Ruega por nosotros.
V. Santos Pedro y Pablo.
R. Rogad por nosotros.
ORACIONES FINALES
Señor, concédenos a cuantos servimos bajo el estandarte de María, la plenitud de fe en Ti y confianza en Ella : a las que se ha concedido la conquista del mundo.
Concédenos una fe viva, que, animada por la caridad, nos habilite para realizar todas nuestras acciones por puro amor a Ti, y a verte y servirte en nuestro prójimo; una fe firme e inconmovible como una roca, por la cual estemos tranquilos y seguros en las cruces, afanes y desengaños de la vida; una fe valerosa, que nos inspire comenzar y llevar a cabo sin vacilación, grandes empresas por tu gloria y por la salvación de las almas; una fe que sea la Columna de Fuego de nuestra Legión, que hasta el fin nos lleve unidos, que encienda en todas partes el fuego de tu amor, que ilumine a aquellos que están en oscuridad y sombra de muerte, que inflame a los tibios, que resucite a los muertos por el pecado; y que guíe nuestros pasos por el Camino de la Paz , para que, terminada la lucha de la vida, nuestra Legión se reúna sin pérdida alguna en el reino de tu amor y gloria. Amén.
V. Las almas de nuestros legionarios, y las almas de todos los fieles difuntos. Descansen en paz por la misericordia de Dios. Amén.
(El sacerdote presente dá luego la bendición, si no hay sacerdote):
En el nombre del Padre y del Hijo y del Esp í ritu Santo. Amén.
Aprobación Eclesiástica: Monseñor Jorge Aníbal Rojas Bustamante.
Canciller Arqudiocesano.
Arquidiócesis de Medellín.
"Os saludo cordialmente, hermanos y hermanas de la Legión de María... sois un movimiento de Laicos que se propone ...conseguir la santificación personal ... a ser en el mundo, con el fulgor de la fé, de la esperanza, y de la caridad, lo que es el Alma en el Cuerpo"...
"Instrumento eficaz y extraordinario para la edificación y expansión del Reino de Dios"
Hola, espero que disfruten del contenido de este blog. Saludos