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Por el Pbro. JORGE GONZALEZ V.
BREVE
HISTORIA DE LA SANTA MEDALLA
Era el 27 de noviembre
del año 1830 cuando una Hermana Vicentina llamada Santa Catalina Labouré, oraba
fervorosamente en la capilla de su convento. Apareciósele entonces la Reina del
Cielo asentando su pie virginal sobre un globo y en sus manos, colocadas a la
altura del pecho, en ademán suplicante, ofrecía a Dios otro globo más pequeño.
De pronto esmaltándose los dedos de María de anillos y pedrerías de belleza
extraordinaria, y los resplandores que de allí salían reflejaban con intensa
claridad. María mirando dulcemente a la feliz vidente le dijo; "El globo
que estás viendo representa al mundo y a cada persona en particular: y estos
resplandores son símbolo de las gracias que yo derramo sobre aquellos que me
las piden”
Formose luego en derredor de la Virgen como un
retablo de forma ovalada y circundando la visión aparecieron grabadas en letras
de oro estas palabras: "Oh María, sin pecado concebida, rogad por nosotros
que recurrimos a Vos" y al punto las manos de María, como agobiadas por el
peso de las gracias, simbolizadas por los rayos, se dejaban caer, extendiéndose
suavemente en aquella graciosa actitud que hoy nos reproduce su Medalla. Y
viendo esto la novicia escucha una voz que le da esta orden: "Haz acuñar
una medalla sobre este modelo. uienes la
llevaren consigo, recibirán gracias muy grandes, sobre todo si la llevan al
cuello, gracias que serán más bundantes
a medida de su confianza”, y esto dicho, el retablo se entorno para dejar ver a
la Hermana, en el reverso. Allí se destacaba la M. Inicial de María, y sobre
una barra entrelazada, superpuesta una cruz. Debajo del monograma dos
corazones; rodeado el uno de espinas y el otro traspasado por una espada. Con
aprobación del Prelado, se mando acuñar la medalla conforme al modelo resentado
por María y desde entonces, su difusión portentosa por todas las latitudes del
orbe, ha ido acompañada de tantos, y tales prodigios, curaciones y conversiones
en todas las clases sociales, que a voz del pueblo le ha dado por ntonomasia el
nombre de MEDALLA MILAGROSA: nombre que la Iglesia ha recogido con fruición
para insertarlo en la Sagrada
Liturgia, estableciendo una fiesta particular el 27 de noviembre y que de día
en día se nos hace más solemne y querida, porque la Medalla Milagrosa, es un
don del cielo traído a la tierra por la misma Madre de Dios.
Blindémonos con esta
armadura eficacísima, y repitamos con frecuencia y amor la jaculatoria, con que
María, desea que reclamemos su intercesión.
"Oh María, sin
pecado concebida, Rogad por nosotros que recurrimos a Vos "
NOVENA
DE LA VIRGEN MILAGROSA
En
él nombre del Padre y del Hijo
y del Espíritu Santo. Amén.
ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS
¡Oh dulcísima Virgen
Milagrosa! Mira a tus plantas un hijo que en Ti ha fijado toda su esperanza.
Sabes Señora, cuanto te amo y de veras quisiera que el universo todo se consumiera
en tu servicio y loor.
Al ver mi vida
entretejida de favores tuyos a pesar de mis continuos pecados y desvíos, me anima
una gran confianza de que hoy también vas a bendecirme, de que una vez más voy
recibir tu socorro y protección.
Bien conoces que estoy
sumido en amarguras en medio de tan honda aflicción sólo acierto volver mis
ojos a Ti, Virgen querida, Estrella suavísima que guías con tus fulgores la
vida del hombre, consuelas y cautivas, alivias y transformas el alma del
pecador.
No me desampares ¡Oh
Madre! Porque entonces ¡qué será de mí?, no me retardes tu auxilio porque sabes
cuan débil soy. Acuérdate que te llamamos Milagrosa y siempre muestras que lo
eres. Unido pues, a tus devotos de la tierra y a los que habitan en el cielo,
te ruego ¡Madre querida! que por tu Hijo bendito acojas mi petición. Eres mi
vida, mi esperanza, mi todo: mírame compasiva, no me desoigas. Amén.
Tres Aves Marías, precedidas cada una de la
Jaculatoria:
"Oh
María, concebida sin pecado,
Rogad por Nosotros que recurrimos a Vos”
(Pídase
¡agracia que se desea obtener)
Después se continúa con
la consideración del día correspondiente y se termina con los GOZOS.
CONSIDERACIONES
PARA EL
DÍA PRIMERO
Oremos a la Virgen con la humildad
La humildad es una virtud que reprime el apetito
desordenado de la propia excelencia, e inclina al hombre a reconocer su propia
vileza según la verdad.
No es ella fruto de la
pusilanimidad que proviene del respeto humano, ni de la pereza espiritual que lleva
a la inacción.
El que es humilde,
reconoce los dones naturales y sobrenaturales que Dios, le ha concedido y
también reconoce sus buenas obras y
méritos pero, los atribuye primeramente a Dios, puesto que Él, es quien le ha
dado la capacidad y su auxilio para obedecerlos. Por eso cuando por voluntad de
Dios, le vienen honores, no se engríe en ellos sino que sabe referirlos a Él.
El humilde admira sin
envidia las cualidades que hacen a otros mejores que él, y recordando la
propensión que llevamos de exagerar los bienes propios y los defectos ajenos,
no quiere en sus juicios y trato ser preferido a los demás.
Tampoco quiere las
alabanzas sino que, en cuanto la prudencia lo permita, desea que otros conozcan
su propia abyección y lo esprecien, alegrándose en las humillaciones que
recibe, porque sabe que como pecador las merece justamente y que llo es medio
admirable para asemejarse a Jesús. Jamás habla bien ni mal de sí mismo, sino
por necesidad, y nunca se infla n la
prosperidad ni se deprime en la adversidad, porque está íntimamente convencido
de que todo viene ordenado por ios, su absoluto dueño, para nuestro bien.
PRÁCTICA: Procurar no caer en falta voluntaria durante
este novenario, y terminarlo, a ser posible con una confesión y omunión fervorosas.
CONSIDERACIÓN
PARA EL
SEGUNDO DÍA
A imitación de María, vivamos de la fe
Toda nuestra santidad
consiste en la participación que tenemos de la santidad de Cristo, y mientras
más perfecta sea nuestra fe, en la divinidad deJesús, tendremos como hijos
suyos más derecho a la comunicación de su vida divina.
La fe, constituye la
primera actitud que debemos tener en nuestras relaciones con Dios: ella debe
animar todas nuestras acciones y en la fe quiere Dios, que le sirvamos durante
nuestra vida.
Debemos tener sobre todo,
una fe inquebrantable en los méritos infinitos de nuestro Señor Jesucristo, que
fortalece nuestra debilidad y suple nuestra miseria. A El, debemos recibirlo
con fe viva en cualquier forma que se nos presente: En los sacramentos, en la
Iglesia su Cuerpo Místico, en el prójimo, y en su providencia que dirige todos
los acontecimientos para nuestro bien aunque nos sean dolorosos. Recibámosle
con una adhesión entera a su Palabra divina y un completo abandono en su
servicio.
PRÁCTICA: Repetir
muchas veces esta súplica durante el novenario: "Señor dame lo que para
mí, quiera y te pida la Santísima Virgen”.
CONSIDERACIONES
PARA EL
DÍA TERCERO
En María y a imitación suya sepamos confiar
La confianza en Dios,
es necesaria a la salvación, a la perfección, no menos que el espíritu de fe.
Para tener una vida interior acendrada
no basta, como lo hacen muchos cristianos, esperar en Dios, de una manera débil
e intermitente, sino que es preciso amar su divino querer, a veces oscuro,
desconcertante, aceptarlo con espíritu de filial sumisión y esperar l socorro de Dios, con una confianza firme,
humilde y perseverante.
El alma que
verdaderamente confía no cede a las tentaciones provenientes del mundo, del
demonio y de la carne, porque sabe que Dios, nunca manda lo imposible y la
Virgen jamás la deja sola. No se turba por las pruebas que el Señor le envía, porque sabe que son para
purificarla y se apoya no en sus fuerzas sino en la gracia divina. No se turba,
en fin, con la consideración y recuerdo de sus faltas, porque el motivo de su
esperanza no es ni sus fuerzas, ni la inocencia de su vida, sino la
misericordia infinita de Dios. Goza de inalterable paz porque Jesús y María son
su esperanza.
PRÁCTICA: Rezar varias veces esta súplica “Madre
mía, Tú, lo sabes todo, lo puedes todo y me amas mucho. En Ti, confío.
CONSIDERACIONES
PARA EL
DÍA CUARTO
Caridad
El amor completa la fe
y la esperanza; nos hace experimentar por Dios, una real complacencia, preferirlo
a todo los demás, y tratamos de manifestarle este amor cumpliendo su divina voluntad.
Cuando esta virtud
acompaña las demás virtudes les da una nueva eficacia y es principio de un nuevo
mérito, por eso nuestra santidad crece proporción al grado de amor con que
cumplimos nuestros actos.
No debemos contentarnos
con complacernos en las divinas perfecciones, sino que debemos mostrar con
obras el amor, procurando no tener en el ejercicio de nuestra actividad otro
principio que la gracia, otro fin que el cumplimiento de la voluntad divina, ni
otro móvil primario que el amor de Dios y los intereses de su gloria.
Unámonos a Cristo en
todos nuestros, actos y pidámosle a imitación de María que sea la gloria de su
Padre el primero y el último pensamiento de todo cuanto hagamos.
PRÁCTICA: Practiquemos
hoy la caridad con nuestro prójimo, tanto exterior como interiormente: evitando
cuanto le disgusta y mostrándonos afables con quienes nos desagradan.
CONSIDERACIÓN
PARA EL
DIA QUINTO
Vivamos por María
El verdadero devoto de
María, procura dirigir hacia Ella, toda su existencia con sus trabajos y
descansos, pesares y alegrías. No quiere buscar en nada su propia satisfacción
en desacuerdo con su conciencia, sino que brega por complacer en todo a Nuestra
Señora y por su medio glorificar a Dios, como fin último.
Está atento en no
dejarse llevar por su amor propio que casi siempre aun sin darnos cuenta, es el
principal móvil de nuestras acciones, y para lograr esta rectitud de intención
en todo, repite muy a menudo en el fondo del corazón: POR VOS MADRE MÍA, hago
esto o aquello, voy a tal parte, sufro tal pena, tal injuria, etc. Con esta
idea de que emplea toda su actividad y su tiempo en honor a la Virgen, avanza
animoso aun en las dificultades y siempre tiene en cuenta que mientras más pura
sea la intención de todos sus actos, esto es: mientras menos se busque así
mismo siguiendo su voluntad en contra de la de Dios, y no haga el bien por
ostentación o interés; tanto más méritos cosechará para la vida eterna.
PRÁCTICA: Digamos
frecuentemente "Todo por vos, Madre mía".
CONSIDERACIÓN
PARA EL
DÍA SEXTO
Vivamos por María
Quien de veras ama a
Nuestra Señora, se esfuerza por imitarla en todo, pues de lo contrario su
devoción sería superficial y deficiente.
El fiel devoto tiene a
María, como modelo perfecto de todas las virtudes y fija los ojos en Ella, para
imitarla cuanto más pueda, no sólo en
sus oraciones y trabajos sino también en sus sufrimientos, gozos y en cualquier
circunstancia en que se encontrare. A este fin suele preguntarse en todo: la
Virgen en lugar mío ¿haría esto?, ¡Diría esto?, ¿Cómo se portaría en este
trance o con tal persona?, ¿Cómo haría esta práctica de piedad?, ¿Cómo obraría
ahora?, etc. Y sigue la respuesta que seguramente le dictará su conciencia.
Le ayudará muchísimo
meditar las virtudes y los ejemplos que encierra la vida de la Virgen, y así
llegará pronto a una unión muy íntima con Dios. ya que el vivir con María nos
hace elegir en todo lo más perfecto y practicarlo con la mayor caridad. Este ha
sido el secreto de los santos.
PRÁCTICA: Preguntémonos
a menudo: "María, cómo obraría en mi lugar?, Y hagamos lo que nuestra
conciencia responda.
CONSIDERACIÓN
PARA EL
DÍA SÉPTIMO
Vivamos por María
No nos basta para
alcanzar la perfección tener rectitud de intención en todo y vivir con María:
sino que hemos menester una fidelidad muy perfecta a la gracia dándole a la
Virgen cuanto nos pida sin regatearle sacrificio alguno. Tenemos que
crucificarnos en el estricto cumplimiento de nuestros deberes y preferir los
movimientos de la gracia a los de nuestra naturaleza viciada, débil y cobarde,
que siempre tiende a llevarnos al pecado o a la flojedad en el bien.
Obrar por María, es
pues, no sólo servirnos de Ella, como de Medianera para con Dios en nuestras
ofrendas y súplicas, acudiendo a su intercesión y apoyándonos en sus méritos;
sino ante todo practicar una filiación amorosa “guiándonos por su espíritu y
obedeciéndola en todo", es decir, siguiendo con continuidad todos los
llamamientos de la gracia, ya que ellos nos manifiestan la voluntad de Dios y
por consiguiente el querer de María.
Para dejarnos guiar por
el espíritu de la Virgen, es un excelente medio renunciar al nuestro, es decir,
al propio parecer y voluntad antes de hacer cualquier cosa; y ello se consigue
sin dificultad diciendo mental o verbalmente "Renuncio a mi mismo, me entrego
a Vos, Madre mía", siendo muy provechoso y laudable renovar durante la
acción o después de ella ste mismo acto de unión que tanto recomienda San Luis
de Montfort a los esclavos de la Virgen.
PRÁCTICA: Digamos frecuentemente durante estos días:
Madre mía, Tú sabes cuánto necesito y deseo, renunciar a mí mismo, dame lo que
quieras.
CONSIDERACIONES
PARA EL
DÍA OCTAVO
Vivamos en María
Observando lo que hemos
considerado anteriormente, el devoto de la Virgen, llegará a vivir en unión
íntima con Ella, porque entonces habrá adquirido la transformación espiritual.
Vivirá como en una atmósfera mariana, pues los sentidos internos y las
facultades del alma se marianizan a medida que van ejercitándose en el servicio
fervoroso de la Bendita Señora. Pues Ella, obra de manera admirable mediante
las potencias de su siervo.
Quien vive en María, se
encorazona en Ella, por decirlo así, al apropiarse sus sentimientos que en
resumen son éstos: Con respecto a Dios, sumisión amorosa, o sea, una
conformidad perfecta con la voluntad divina haciendo cuanto Dios, quiere y como
Él, lo quiere. Con respecto al prójimo una perfecta caridad en pensamiento,
afectos, palabras, y acciones. Y para consigo mismo una paz imperturbable,
fruto del perfecto equilibrio y sostenimiento de las pasiones, paz que va
acompañada de abandono
filiar en su Reina y Señora y de alegre agradecimiento por los beneficios que a
porfía le otorga. El feliz devoto que
llegue a esta etapa en la devoción a la Virgen, podrá decir justamente con San
Pablo: "Vivo o, mas no yo sino que
Cristo, vive en mi".
PRACTICA: A imitación de nuestra Señora, no perdamos
el tiempo, evitemos las ocupaciones y las preocupaciones inútiles y digámosle
continuamente: "Madre mía, me uno a Vos "
CONSIDERACIONES
PARA EL
EL DIA NOVENO
Soy todo tuyo, Madre mía, y todo lo mío te pertenece
Que dicha tan íntima
experimenta el fervoroso esclavo de María, al repetir esta frase que alienta y pacifica.
El no quiere tener
ningún apego desordenado a las criaturas y por amor a Dios, renuncia gustosamente
a los más caros afectos, en su vida, salud, familia, atractivos, consuelos,
descansos y bienes todos, tan solo quiere pasar las horas y los días en
servicio de su Madre y Señora, amándola y haciéndola amar cuanto más pueda.
Está desprendido de todo pero la Virgen, es su pertenencia y le basta.
El alma enamorada de
María, no admite temores por el futuro ni le inquietan lo recuerdos del pasado;
vive feliz aprovechando el momento presente, con la mayor intensidad posible,
en medio de un santo abandono lleno de
confianza y agradecimiento.
Las mismas cruces le
son dulces porque sabe que son medio excelente de santificación: cree que Dios
le ama más de lo que puede imaginar y que todos esos dolores se truecan en
gracias y después en la gloria.
Para María y en María ora,
sufre y trabaja, esperando el día en que por Ella y con Ella, empiece a gozar eternamente de la visión de
Dios.
PRÁCTICA: Renovemos
diariamente nuestra consagración a la Santísima Virgen y digámosle a menudo,
"Soy todo tuyo, Madre mía y todo lo mío también es tuyo, Señora".
GOZOS
Nuestra Madre te aclamamos,
Con ferviente corazón.
Se responde:
Oh Milagrosa dulcísima
No desoigas mi oración.
Medianera de las gracias
Te constituyó el Señor
Y de tus manos en rayos
Las viertes con profusión
Socórrenos ¡Virgen Santa!
Abrásenos ya tu amor.
R.-
Oh Milagrosa...
Son miles los pecadores
A quienes das el perdón
Son sin cuento los dolores
Que mitigas con amor
Llegamos a Ti confiados
Remedia nuestra aflicción.
R.-
Oh Milagrosa...
Nunca desoyes las suplicas
Que te llegan con fervor
Siempre alivias a tus hijos
Con sin igual compasión
Les otorgas cuanto piden
O más, y resignación.
R.
- Oh Milagrosa…
En el cielo de tus ojos
Centellea tu candor
Yen tu regazo atesoras
Un maternal corazón
Que es paz, alivio y consuelo
Del mísero pecador.
R.-
Oh Milagrosa...
La sonrisa de tus labios
Disipa todo temor
Los encantos de tu imagen
Arroban el corazón
Acógenos en tus pliegues
Yescucha nuestro clamor
R.-Oh
Milagrosa...
Las lágrimas en consuelos
Truecas con intenso amor,
Ytus plantas virginales
Oprimen al tentador,
Oh Madre clemente y pía
Míranos con compasión.
R.
- Oh Milagrosa...
Todos los hombres te llaman
MILAGROSA y con razón,
Pues no hay dolor ni tristeza
Al que niegues tu fervor
Ninguno te invoca en vano
Danos hoy tu bendición.
R:
Oh Milagrosa...
Nuestra Madre te aclamamos
Con ferviente corazón:
Oh Milagrosa dulcísima
No desoigas mi oración
ORACIÓN FINAL
¡Oh
Virgen Milagrosa!, Refugio, consuelo y esperanza mía! Aquí me tienes, no me desampares.
Merezco la aflicción que padezco y mil más, pero Tú, eres mi Madre y como tal
no puedes mostrarte indiferente. Bien sé que el dolor es una gracia que
purifica al alma y trae grandes recompensas, pero ¡soy tan débil Señora!.
Puedes
cuanto quieres porque el Señor, se complace en escucharte, y te pido que
quieras socorrerme porque en cambio prometo amarte mucho y hacerte amar cuanto
pueda.
Son
mares de lágrimas los que ha enjugado tu Medalla bendita y a cuántos corazones
en este momento les estarás trocando sus
amarguras en agradecimientos y alegrías.
Permíteme
que ahora presente al Señor los cuidados maternales que para con Él, tuviste en
Belén, Jerusalén, Egipto y Nazaret; que le ponga de presente tus oraciones y
lágrimas durante su ministerio público y dolorosa Pasión, déjame alegarle tu
santo celo en la naciente Iglesia y la gloria incomparable que por tu fidelidad
gozas en el cielo, para que en tantas excelsitudes se pierda mi miseria y
alcance por ellas, la bendición que imploro.
¡Ea
Señora mía!, a nadie has desoído, no retardes mi alivio, muestra que eres mi
Madre, escucha benigna mi plegaria, despacha mi súplica y haz que los ángeles y
bienaventurados glorifiquen a Dios por mi. Amén.
CONSAGRACIÓN A LA VIRGEN MILAGROSA
A
Ti, oh Virgen Milagrosa, que después de Jesús, eres mi todo, consagro desde hoy
y para siempre: Mi alma y mi cuerpo, mis bienes interiores y exteriores,
naturales y sobrenaturales, presentes, pasados y futuros.
Quiero
amarte con el amor de todos los ángeles y santos y con el de tus devotos que
existen y existirán. Bien sé que por mí mismo, nada puedo pero de Ti, todo lo
espero. Por tanto, auméntame la gracia santificante ya que por ella la
Beatísima Trinidad, mora en mi alma, y así mi deificación será más plena.
Acrecienta mi fe para que viendo la acción de Dios, en todo, nada perturbe mi
paz aprenda a divinizar el sufrimiento, medio por excelencia de santificación,
y a imitación tuya me haga todo para todos viendo a Cristo en mis hermanos.
Renuncio a mis temores y deseos, tristezas y alegrías que de Ti, no me
vinieren, para que muriendo místicamente al mundo y a mi propio yo sea Jesús el
que en mi viva, como vive en Ti, por el Espíritu Santo y para gloria del Padre.
Amén.
Tres
Avemarías, precedidas cada una de la
jaculatoria: "Oh María, concebida
sin pecado
Rogad por nosotros que recurrimos a vos”.
y finalizadas con el “Gloria Padre”...
Gobierno
Eclesiástico
Arquidiócesis
de Medellín
Septiembre
30 1979
PUEDE
IMPRIMIRSE
JOSÉ
SALAZAR BOTERO
Vicario
General
Décima Edición
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