martes, 16 de abril de 2013

APÉNDICE 8

 LA ENSEÑANZA DE LA DOCTRINA CRISTIANA

En algunos países la Cofradía de la Doctrina Cristiana ha desempeñado y sigue desempeñando una parte importante en la enseñanza de la misma. Muchos legionarios están comprometidos en la atención a dicha Cofradía y la Legión respalda plenamente ese trabajo. Siguiendo las directrices de la Dirección General Catequética (Sagrada Congregación para el Clero de 1971), existe en cada diócesis un organismo catequético que forma parte de la curia diocesana. Por medio de este organismo, el obispo, cabeza de la comunidad y maestro de la doctrina, dirige y modela todas las actividades catequéticas en la diócesis.
 
Es importante observar que la enseñanza de la doctrina cristiana es para todas las edades y para todos los niveles de educación, tal como especifica el Papa Juan Pablo II (CT,16).
 
Deseo agradeceros en nombre de la Iglesia a todos, maestros seglares de catequesis en las parroquias, que os dedicáis a la tarea de la educación cristiana de muchas generaciones, hombres y mujeres -seguramente vosotras en mayor número- del mundo entero. Vuestra labor es con frecuencia humilde y permanece oculta, pero la lleváis a cabo con ardiente y generoso celo. Es una forma eminente de apostolado seglar y especialmente importante allí donde por diversas razones, los niños y los jóvenes no reciben la adecuada enseñanza religiosa en el hogar (CT,66).
 
La tercera lección es que la catequesis ha sido y será siempre una labor de la cual toda la Iglesia debe sentirse responsable y debe desear asumir dicha responsabilidad. Pero los miembros de la Iglesia tienen distintas responsabilidades derivadas de la misión de cada uno de ellos. A causa de su cargo, los pastores tienen a diferentes niveles, la gran responsabilidad de promover, dirigir y coordinar las catequesis. Por su parte, el Papa tiene la conciencia viva de la responsabilidad fundamental que recae sobre él en este campo; y no sólo por razones de preocupación pastoral, sino principalmente como una fuente de alegría y esperanza (CT, 16).

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