La HUMILDAD de Jesús, María y profetas
Comentario de
CORNELIO A LÁPIDE
sobre La Virtud de la Humildad
2° parte
Cuanto más elevados estemos, más debemos humillarnos. Cuanto más grande seas, dice el libro del Eclesiástico,
más debes humillarte. Las razones que dan legitimidad a este precepto son
muchas:
1° La fama ordinariamente
enorgullece a los hombres.
3° San Gregorio nos da también otra importante razón:
Cuando aumentan los dones, dice, aumenta también la cuenta que hemos de rendir;
y así cada uno, según su empleo y su posición, debe procurar humillarse y
servir a Dios con
tanto más celo,
cuanto más amplia es cuenta ha debe dar a Dios.
4° El libro del Eclesiástico nos da una quinta
razón, cuando dice: Cuanto más grande seas, más debes humillarte en todo, y añade:
así hallarás gracia ante Dios. Así, para ser más grandes ante Dios, que es el
único que sabe estimar y pesar la grandeza, y para ser más grandes en su
gracia, hemos de serlo más en humildad.
Recordemos, dice San Isidoro
de Sevilla quien es también Obispo y Doctor de la Iglesia,
que somos polvo y ceniza, y aunque estemos en alguna posición elevada, si nuestra
humildad no está al nivel de la altura, esta altura se pierde enteramente.
¿Estáis acaso a mayor elevación que el primer ángel llamado Luzbel, quien por
su orgullo cayó de su sublime grandeza desde el cielo a la más profunda miseria
en el infierno?
Cuando os veáis en la cima de las virtudes, dice San Efrén, entonces tenéis mayor necesidad de una suma humildad, a fin de que, siendo sólidos en los cimientos, que son la humildad y la sencillez, así sea fuerte el edificio construido encima; si sois humildes entonces vuestras virtudes y méritos tendrán una gran firmeza, pero si no lo sois, entonces seguramente caeréis a un hoyo más profundo, nos recuerda y nos insiste San Efrén.
5.° La sexta razón que nos obliga a humillarnos a medida que nos elevamos, es que tan sólo allí en la virtud de la humildad, reside la perfección de todas las virtudes.
6.° El libro
del Eclesiástico nos da la séptima de las razones: Sólo el poder de Dios es
grande y los humildes lo honran. Humillaos, pues, profundamente, y recibiréis
de Dios abundancia de gracias. Dios es muy honrado por la humildad y le place
esta virtud. La humildad le agrada infinitamente, y Dios honra a los que le
honran y los colma de gracias. Es evidente la razón: siendo Dios la suprema grandeza, la
criatura le debe tributarle la suprema humildad. Dios ama la humildad porque ama la verdad, y Santa Teresa nos dice: humildad es vivir
en la verdad. Es el conocimiento de Dios y de nosotros mismos. El orgullo es la
ignorancia completa de estas dos grandes verdades, compendio de todas las
verdades posibles.
¿Dónde estamos? Nosotros en la Tierra, y Dios en el Cielo.
¿Desde cuándo existimos? Desde que Dios y nuestros Padres
nos dieron la vida. En cambio Dios existe desde toda la eternidad.
¿Cuánto hemos vivido? Nosotros unos pocos años, en cambio Dios
desde toda la eternidad.
¿Cuándo moriremos? Puede ser que hoy, puede ser que mañana,
o puede ser dentro de unos pocos años. Pero esto es de lo más seguro que
tenemos. En cambio Dios no muere jamás.
¿Cuál es nuestra
posición? ahora de pie, pero quizá mañana o tal vez dentro de un instante, inclinados
o caídos.
¿Qué hemos sido?, dice San Bernardo, venimos de la nada.
¿Qué somos? pecadores.
¿Qué seremos? Pasto de los gusanos.
Aunque haya personas justas
y corazones puros, no deben, sin embargo, gloriarse ni hacer de ello, motivo de
vanidad, ya porque esta pureza no es obra suya, sino de Dios, ya porque el que
es perfecto hoy, puede mañana ser un gran pecador y un réprobo; puede caer por
su fragilidad natural, como lo han hecho muchos.
Aunque un hombre sea justo, dice San Juan Crisóstomo, y sea mil veces justo, y haya llegado a la cumbre de la justicia, no puede estar exento de alguna mancha; porque por más santo que sea, es hombre sometido a la concupiscencia y al pecado ¿Quién puede creerse sin mancha? ¿Quién puede asegurar que se halla sin pecado? Por esto se nos manda decir en la oración: Perdona nuestras deudas, pues todos somos deudores, a fin de que por el hábito de la oración estemos advertidos de que nos hallamos expuestos al mal por el foco del pecado y por los resultados de la concupiscencia. (1 Jn. 1,8-10): “si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos y la verdad no está en nosotros”.
No hay hombre tan justo en la tierra que no peque, dice el Eclesiastés 7,20. Y Dios nos ha encerrado a todos en pecado para tener misericordia de todos (Romanos 11,32).
Humillaos ante Dios; haceos inferiores a los ángeles, a los hombres y a todas las criaturas, hasta del Infierno. San Francisco de Borja se hacía inferior a Judas. San Vicente Ferrer dice con mucha energía que el que quiere huir de las redes y de las tentaciones del demonio, debe juzgarse a sí mismo como un cuerpo muerto lleno de gusanos que despide mal olor; como un cadáver cuya vista horroriza, y a cuyo lado contenemos la respiración, porque su olor es insoportable, y volvemos el rostro con disgusto.
Dionisio Cartujano, dice que tenemos mil motivos de humillarnos, considerando principalmente: 1°, nuestros pecados cometidos...; 2°, nuestra propia fragilidad...; 3.°, la imperfección da nuestra naturaleza...; 4°, nuestros achaques y miserias corporales...; 5.°, comparándonos con los Santos y elegidos...; 6.°, viendo que nada tenemos por nosotros mismos y nada nos pertenece...; 7.°, considerando los juicios de Dios...; 8.°, considerando su divina Majestad... ; 9.°, pesando el castigo del orgullo...
San Bernardo pone en los
labios de Dios estas palabras: ¡Oh hombre! Si te mirases, te disgustaría tu
aspecto, y esto Me agrada; pero porque no te ves, y estas prendado de ti mismo,
por esto me desagradas, dice el Señor.
Dice San Gregorio que quien que
se conoce perfectamente, se desprecia, porque el orgullo nace de la ceguedad y
de la ignorancia de uno mismo.
TESOROS
DE
CORNELIO A LAPIDE
ESTRACTO EN FORMA DE DICCIONARIO
DE LOS COMENTARIOS DE ESTE CELEBRE AUTOR
SOBRE
LA SAGRADA ESCRITURA
P O R E L A B A T E B E R B I E R
TRADUCIDO AL ESPAÑOL DE LA SEGUNDA EDICION FRANCESA POR
D. Carlos Soler y Arques
Catedrático de Francés, Individuo de la Real Academia de la Historia
Miembro de varias Corporaciones científicas y literarias, etc.
TERCERA EDICIÓN CORREGIDA
Por el Licenciado D. Anastasio Machuca Díez
Cura de la Real Casa de Campo de esta Corte.
TOMO SEGUNDO
MADRID
LIBRERÍA CATÓLICA DE GREGORIO DEL AMO,
Calle de la Paz, núm. 6
1900
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