viernes, 4 de julio de 2025

El Regalo de la Voluntad de Dios, julio 2025

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ALLOCUTIO por el FR. BEDE McGREGOR O.P. (Q.E. D.)

Director Espiritual del Concilium

 (Mayo 2015)

El Regalo de la Voluntad de Dios 

El Papa Francisco, dijo recientemente que como católicos nos preparamos para celebrar el extraordinario Año Santo de la Misericordia y recoge la obra de Dante y nos sirve como una guía espiritual. Tal vez, algunos legionarios en muchas partes de este mundo extenso de nuestra Legión, no puedan tener acceso a este gran poeta italiano, pero déjenme tomar sólo una cita famosa que me va a dar el tema de este Allocutio: 'La Voluntad de Dios, es nuestra paz.

 

Por supuesto, este tema no sólo es fundamental para la poesía de Dante; es el centro dinámico de la vida de Jesús y de María. Y si uno lee y ora el Manual, verá que el tema es abrumador y en  última instancia, siempre buscamos y hacemos la voluntad de Dios. La Legión, tiene que ver con el plan de Dios, para la creación, Su plan de Redención y cooperación con la providencia es amoroso por la salvación de todas las almas. Debe ser obvio que la Legión y cada legionario individualmente no quieran hacer otra cosa que la voluntad de Dios. ¿Por qué eso? Pues bueno, Dios es infinitamente bondadoso  y amoroso y Él, no puede disponer otra cosa sino lo que es lo mejor para nosotros. A veces, debido a nuestras limitaciones humanas, no podemos ver la voluntad de Dios, en las circunstancias y eventos que parecen ser incomprensible totalmente negativos, dolorosos e irracionales, sin embargo lo que Dios, quiere o permite sólo puede estar finalmente para nuestro máximo beneficio. Esta es nuestra fe, esta es nuestra verdad, que Dios, no puede hacer otra cosa más que amar. Que Dios, no sólo tiene amor, Dios es el amor.

 

Jesús, explica que Él, vino a la tierra sólo para hacer la voluntad del Padre, y en su agonía en el Huerto Él, clama: 'Hágase tu voluntad' a pesar del terrible sufrimiento que esto implicaría. Fue precisamente a través de esta obediencia a la voluntad de Dios, hasta el final en la cruz, que se logró la salvación de la humanidad y por lo tanto el mejor bien posible que se le puede ofrece ahora a la humanidad. Y cuando el Señor nos enseña a orar, el corazón de su oración es, hágase tu voluntad. Nunca puede haber oración más sublime que esas cuatro pequeñas palabras. No siempre será fácil decir esta oración. Puede haber momentos en los que se puede requerir una gran cantidad de gracia y de heroísmo. En esos momentos, donde la comprensión deja de ser operativa, cuando estamos en la oscuridad total, esta oración, se vuelve sublime y los beneficios para nosotros mismos, para la Iglesia y para el más allá, serán incalculables. Tal vez debemos aprender a rezar esta oración en los momentos menos dramáticos de nuestra vida, para que cuando surjan las situaciones más difíciles, ese profundo hábito de la devoción a la Voluntad de Dios, nos sea de gran ayuda.

 

Pero pasemos ahora a María. Como era de esperar, la oración más decidida de María, es también, hágase tu voluntad. Su gran "Sí" a la invitación de Dios, para ser la Madre de Dios, también incluyó  un "Sí" para el plan total de Dios, para Ella, y también para todos nosotros. Ella, también nos enseña la misma verdad de Caná: "Haced lo que Él, os diga que hagan." Por supuesto también  destacamos que con la Cruz de Jesús, consintió y cooperó por su gran deseo de la salvación del mundo. No fue fácil para Ella, ni tampoco era fácil para su hijo, el orar, hágase tu voluntad... Nos dirigimos a María, para que nos ayude a compartir su dedicación total a la voluntad de Dios, en todas las circunstancias posibles.

 

En el mes de mayo, pensamos mucho en la gran legionaria, la Venerable Edel Quinn. Recientemente hemos estado re-leyendo las Notas Espirituales de Edel, y me encuentro que ella, pone todo más simple de lo que les he estado tratando de decir en este Allocutio. Ella, escribe: "Todo lo que Él, permite es bueno. En todas las circunstancias debemos saber que Dios, quiere que hagamos su voluntad " Una y otra vez.

 

Si, Nuestro Señor, pasó treinta años en la obediencia y en la dependencia de María, sabiendo que era la voluntad de su Padre, ¿qué mejor ejemplo tenemos? Unidos a Él, le pedimos a María, que nos enseñe amar y a cumplir la Voluntad de Dios, todos los días, y en todas las circunstancias de nuestra vida. "Para decirlo suavemente, no siempre fue fácil para  Edel, decir esa oración debido a su mala salud y las constantes dificultades de una laica misionera en África, en ese momento. En su oración ella, no trató de cambiar la voluntad de Dios, a su propia voluntad y deseo, sino más bien doblegó su voluntad, a su voluntad y deseo. Fue sin duda la tenacidad de su fe, en la pura bondad de la voluntad de Dios, el secreto de su  conocida alegría y la serenidad habitual que siempre conservó ella. Le damos gracias a Dios, por darnos legionarios que son un gran ejemplo para las filas de la propia Legión y principio fundamental de su vida interior.

 

Permítanme concluir con una cita de la oración del Beato Charles de Foucault,  que nos podría ayudar en nuestros esfuerzos para apreciar el regalo de la Voluntad de Dios, cada vez más profundamente:

Padre, me pongo en tus manos.

Haz de mí lo que quieras,

Sea lo que sea, te doy gracias

estoy dispuesto a todo,

lo acepto todo, con tal que

tu voluntad se cumpla en mí

y en todas tus criaturas.

No deseo más, Padre.

Te confío mi alma,

te la doy con todo mi amor.

Porque te amo

y necesito darme a Ti,

ponerme en tus manos,

sin limitación, sin medida,

con una confianza infinita,

porque Tú, eres mi Padre.

 


Edel Quinn y el Regalo del Sufrimiento, julio 2025

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ALLOCUTIO POR EL REV. FR. BEDE McGREGOR O.P. (Q.E D)
Director Espiritual del Concilium
 (Febrero 2007)

Edel Quinn y el Regalo del Sufrimiento

Todos tenemos nuestros santos favoritos. Nos atraen más unos que otros. ¿Por qué muchos de nosotros somos atraídos profundamente hacia la Venerable Edel Quinn? Puedo casi oír su risa pícara con la sola idea de ser llamada Venerable, cuando ella era aun joven y llena de alegría y entusiasmo. Pienso que llevamos de ella su espíritu festivo, su ador, su natural encanto, su regalo de la amistad. Además de ser una compañera tan encantadora, sabíamos que podíamos compartir nuestras preocupaciones más profundas y ser entendidos y animados por ella. Ella tenía una sonrisa profunda siempre de acogida. Ella está tan cerca de Dios y de su Madre. Ella ama tanto a la gente que hará todo por nosotros.

 

Pero lo más notable del espíritu de Edel era la alegría que la acompañaba aun en medio de tan increíble sufrimiento. El apostolado de la Legión se basa en el contacto personal llevando el espíritu de Maria y esto significa que resolveremos el sufrimiento porque no hay historia humana que no tenga su contingente de heridas y de dolor. No hay excepciones en el sufrimiento y los legionarios tendrán en la vida un curso para aprender cómo estar presentes donde la gente está dolida pero con el espíritu de Maria. Podemos ser de mucha ayuda con el ejemplo y la amistad de Edel haciendo frente a los sufrimientos de los otros. Pero quizás el mayor desafío se presenta cuando nos ocupamos del sufrimiento en sus numerosas formas en nuestra propia vida. Puede ser relativamente fácil dormir con el dolor de la otra persona. Nos dice Edel que el significado del sufrimiento en nuestras vidas, tiene un valor inmenso. Ella sabía lo que decía cuando hablaba del sufrimiento. Podemos todos hablar con facilidad sobre el papel del sufrimiento en la vida cristiana pero es una cuestión totalmente distinta cuando se pone en práctica.

 

Edel nació a la vida eterna el 12 de mayo de 1944, en la Celebración de la Santa Cruz. La cruz fue el eje sobre el cual giraba su vida. Ella murió un viernes, un día dado normalmente a la reflexión en la pasión de Cristo, el 14 de septiembre, 1907 en el mes de María, nació a este mundo. Ella pasó su vida de adulta dentro y fuera de los hospitales, en un total estado de agotamiento y desgaste. Todavía escuchamos lo que ella decía sobre el sufrimiento y la enfermedad. Ella escribía en su diario, “Nosotros podemos lograr que esas cosas que funcionan opuestamente a nuestros propios planes y deseos sean gracias todas y cada una. La voluntad de Dios las permite y representan su persistente búsqueda de nosotros. Debemos abrazarlas, hacerlas parte de nosotros, y pagar el pequeño precio que exigen. Hacer siempre su voluntad y eliminar siempre la nuestra. Los pequeños sacrificios son todo lo que podemos llevar; seamos fieles y alegres en aceptarlos con la ayuda de Nuestra Madre. Tenemos solamente esta vida y quizás bien corta, para probar nuestro amor. Si hacemos el esfuerzo, Jesús y Maria nos ayudarán a llevarlas. Si uno sabe la verdad de estas cosas, uno debe ser agradecido y regocijarse en cada debilidad y cansancio físico. Ésta es una leve parte de los sufrimientos y gracias de Cristo.” Ella resume su acercamiento total al sufrimiento diciendo “sufrir por Nuestro Señor es mi alegría más grande”.

 

Notarás que el lenguaje de Edel en sus notas privadas es exactamente igual al Manual. Ella en su vida era una verdadera encarnación del Manual en el sufrimiento. El Manual se refiere al privilegio inestimable del sufrimiento, el regalo de sufrir, el apostolado del sufrimiento y expresa que cada sufrimiento es una gracia. El Manual valora lo que Santa Teresa de Ávila, dice que “ningún mayor favor puede su Majestad concedernos que darnos una vida, orientada por el ejemplo de su querido Hijo.” También valora las palabras de San Pedro de Alcántara que decía a los pacientes cuando los visitaba en el hospital: El “paciente feliz, demuestra cómo es de grande la gloria de Dios que ha ganado por la aceptación de su enfermedad. Ha merecido más que lo que otros pueden ganar por rezos, ayunos, vigilias, azotes y otros trabajos penitenciales.

 

El Siervo de Dios, Arzobispo Fulton Sheen dijo -quien era un gran seguidor de la Legión de María- y habló en nuestra reunión del Concilium en menos de una ocasión comentaba a menudo que había tanto sufrimiento perdido en el mundo. Sería una gran tragedia si eso fuera el caso de la Legión. Hay algo especial en la intercesión de los que sufren. Por lo tanto debemos intentar conseguir que a aquellos que visitamos en hospitales, clínicas de reposo, enfermos y ancianos en sus hogares, sean nuestros auxiliares en el apostolado activo de la Legión. Y esto sería un recurso precioso de la Legión, si todos nuestros auxiliares en el mundo nos ayudaran a ver el inmenso valor del sufrimiento para la salvación de las almas y la unión de nosotros con Cristo.

 

Permítanme concluir con algunas palabras del diario privado de Edel. Ella escribe “Cuando nosotros unimos nuestro sufrimientos con los suyos y los ofrecemos al cielo para su gloria, esos sufrimientos se vuelven dulces y nos llevan muy cerca de Él y son fuente de verdadera felicidad. Esmerémonos en imitar a Nuestro Señor en la aceptación alegre del sufrimiento. Las dificultades de la salud, los trastornos diarios son los más preciados regalos”. Roguemos a Edel con frecuencia para que nos ayude a llevar la cruz por la salvación de nuestras almas.

 

San Luis María de Ligorio, Ejemplo que narra, en su libro Las Glorias de María

Extracto del libro: Rodrigo Correa Ángel OFS









 

Introducción al libro Las Glorias de María, por San Alfonso María de Ligorio, octubre 2023

NOTA IMPORTANTE

LAS GLORIAS DE MARÍA

 Es el libro más leído en la historia de la humanidad después de La Biblia y de
La Imitación de Cristo

 Queremos en esta blog compartirlo en forma de entregas parciales para facilitar su   lectura y reflexión y así poder valorarlo poco a poco y sacar un buen provecho espiritual

                 

INTRODUCCIÓN DEL AUTOR AL LIBRO LAS GLORIAS DE MARÍA

Por San Alfonso María de Ligorio

 Querido lector y hermano mío en María: la devoción que me ha movido a escribir este libro y ahora te mueve a ti a leerlo, nos hace hijos afortunados de esta buena Madre.Si acaso oyes que me he fatigado en vano componiéndolo, habiendo ya tantos y tan celebrados libros que tratan este mismo asunto, responde, te lo ruego, con las palabras que dejó escritas un piadoso abad: “alabar a María es una fuente tan abundante de gracias, que cuanto más se saca de ella tanto más se llena, y cuanto más se llena tanto más se difunde”. Significa esto que esta Virgen Bienaventurada, es tan grande y sublime, que por más alabanzas que se le hagan, muchas más le quedan por recibir. De tal manera que, al decir de san Agustín, no bastan para alabarla como se merece las lenguas de todos los hombres.

 He leído muchos y buenos libros, grandes y pequeños, que tratan de las glorias de María; pero considerando que podría tomar lo mejor de cada uno de ellos, y no según mi propósito, he procurado recoger en este libro, de entre los autores que han llegado a mis manos, las alabanzas más selectas y sustanciosas de los Santos Padres y teólogos. De este modo los devotos de María, cómodamente, podrán inflamarse en el amor a la Madre de Dios y Madre nuestra con esta lectura. En especial he procurado ofrecer enseñanzas de Obispos y Sacerdotes para suscitar con sus predicaciones la devoción hacia nuestra dulcísima Madre.

Acostumbran los amantes hablar con frecuencia de las personas que aman y alabarlas para así cautivar el amor y la estima de los demás por esa persona. Muy escaso debe ser el amor de quienes se vanaglorian de amar a María, pero después no piensan casi en hablar de ella y hacerla amar de los demás. No actúan así los verdaderos amantes de Nuestra Señora. Ellos quieren alabarla sobre todo y verla muy amada por todos los demás hombres.

 Por eso, sus devotos siempre que pueden, en público y en privado, tratan de encender en el corazón de todas aquellas benditas almas, las llamas de amor de su Amada Reina, en las que se sienten inflamados. Para que cada uno se persuada de cuánto importa para su bien y el de todos los pueblos y naciones promover la devoción a María, ayudará escuchar lo que dicen los Doctores de la Iglesia: Dice san Buenaventura, que quienes se afanan en propagar “Las Glorias de María”, tienen asegurado el paraíso. Y lo confirma Ricardo de San Lorenzo, al decir que honrar a esta Reina de los Ángeles, es conquistar la vida eterna.

 Porque nuestra Señora, como la más agradecida, se empeñará en honrar en la otra vida al que en esta vida nunca dejó de honrarla. ¿Quién no conoce la promesa de María, en favor de los que se dedican a hacerla conocer y amar? La santa Iglesia le hace decir en la fiesta de la lnmaculada Concepción: "Los que me esclarecen, tendrán la vida eterna"(Eclesiástico 24,31). "Regocíjate, alma mía -decía san Buenaventura, que tanto se esforzó en pregonar las alabanzasde María; salta de gozo y alégrate con ella, porque son muchos los bienes preparados para los que la ensalzan". Y puesto que las Sagradas Escrituras, añadía San Buenaventura, alaban a María, procuremos siempre celebrar a esta Amorosa Madre, con el corazón y con la lengua para que al fin nos lleve al Reino de los bienaventurados.

 Se lee en las revelaciones de Santa Brígida que, acostumbrando el Obispo Emigdio, a comenzar sus predicaciones con alabanzas a María, se le apareció la Virgen, a la santa y le dijo: Hazle saber a ese Obispo, que comienza sus predicaciones alabándome, que yo quiero ser para él una Madre, tendrá una santa muerte y yo presentaré su alma al Señor. Y, en efecto, aquel santo murió rezando y con una paz celestial. A otro religioso dominico, que terminaba sus predicaciones hablando de María, se le apareció en la hora de la muerte, lo defendió del demonio, lo reconfortó y llevó consigo su alma al paraíso. El piadoso Beato Tomás de Kempis presentaba a María, recomendando a su Hijo, a quienes pregonan sus alabanzas, y diciendo así: "Hijo mío, apiádate del alma de quien te amó a Ti, y a mí me alabó".

 Por lo que mira al provecho de los fieles, dice san Anselmo que habiendo sido el sacrosanto seno de María el camino del Señor, para salvar a los pecadores, no puede ser que al oír las predicaciones sobre María, no se conviertan y se salven los pecadores. Y si es verdadera la sentencia, como yo por verdadera la tengo y lo probaré más adelante en este libro, que todas las gracias se dispensan sólo por manos de María. Así santificó a Italia san Bernardino de Siena; así convirtió provincias santo Domingo de Guzmán; así San Luis Beltrán uno de los grandes misioneros y patrono también de Colombia, en todas sus predicaciones no dejaba de exhortar a la devoción a María; y así tantos y tantos otros.

 El Padre Séñeri, célebre misionero, en todas sus misiones predicaba sobre la devoción a María, y a ésta la llamaba su predicación predilecta. En las misiones de mi comunidad, tenemos por regla inviolable no dejar nunca el sermón de La Señora, y podemos atestiguar con toda verdad que ninguna predicación produce tanto provecho y compunción en los corazones como ésta de la misericordia de María. Digo "de la misericordia de María" porque, como dice san Bernardo: "Alabamos su humildad, admiramos su virginidad, pero a los indigentes les sabe más dulce su misericordia: a su misericordia nos abrazamos con amor, la recordamos con frecuencia y más a menudo la invocamos".

 Por eso dejo para otros describir los grandes privilegios de María, que yo, sobre todo, voy a hablar de su gran compasión y de su poderosa intercesión. Para eso he recogido durante años y con mucho trabajo cuanto he podido de lo que los Santos Padres y otros célebres escritores han dicho de la misericordia y del poder de María. Y ya que, en la excelente oración de la Salve Regina, aprobada por la santa Iglesia y que manda rezar a los clérigos la mayor parte del año, se encuentran descritas maravillosamente la misericordia y el poder de la Virgen Santísima, me he propuesto exponer en varios capítulos esta devotísima oración. He creído además hacer algo muy agradable a los devotos de María, añadiéndole lecturas y discursos sobre las fiestas principales y sobre las virtudes de esta Santísima Madre. Y añadiendo al final las prácticas de devoción más frecuentes usadas por sus devotos y aprobadas por la Iglesia.

 Piadoso lector, si como lo espero, sea de tu agrado esta obrita, te ruego me encomiendes a la Virgen Santa, para que me dé una gran confianza en su protección. Pídele para mí esta gracia, que yo pediré para ti también, quien quiera que seas amable lector, que me hagas esta caridad, las mismas gracias. Dichoso el que se aferra con amor y confianza a estos dos pilares de salvación, quiero decir a Jesús y a María; ciertamente no se perderá.

 Digamos, pues juntos de corazón, lector mío, con el devoto San Alonso Rodríguez: "Jesús y María, mis dulcísimos amores, por vosotros padezca, por vosotros muera; que sea todo vuestro y nada mío". Amemos a Jesús y a María y hagámonos santos, que no hay mayor dicha que podamos esperar y obtener de Dios.

 Adiós, hasta que nos veamos en el paraíso a los pies de nuestra Madre y de su Hijo nuestro Divino Redentor, alabándolos, agradeciéndoles y amándolos juntos, cara a cara, por toda la eternidad. Amén.

 ALFONSO MARÍA DE LIGORIO

Notas del Manual: Responsabilidades de los oficiales de los consejos

 Para imprimir: Responsabilidades de los Oficiales de los Consejos

 


        

 








Devoción al Corazón Inmaculado de María, marzo 2023

 

Devoción al Corazón Inmaculado de María
Allocutio P. Bede McGregor Concilium Febrero de 2017


Uno de los principales mensajes de la Virgen de Fátima fue la devoción a su Inmaculado Corazón. Dijo a Lucía: Sí, tomaré a Jacinta y a Francisco pronto, tú quedarás algún tiempo más. Jesús desea servirse de ti para que me conozcan y amen. Él quiere establecer en el mundo la devoción a mi Inmaculado Corazón. Esta devoción es tema clave en el Manual de la Legión. Dimensión esencial de la vida interior de un auténtico legionario y su obra apostólica. 

Pero, ¿qué significa esta devoción? En lenguaje bíblico el corazón es el centro de la vida humana, donde la razón, la voluntad, el temperamento y la sensibilidad, convergen; donde la persona encuentra su unidad y orientación interior. Ser “consagrado” al Inmaculado Corazón de María, es hacer que el fiat, sea el centro definitivo de toda tu vida. Es unirnos con lo que María, es: identificación plena con la voluntad salvífica de Dios. 

Esta enseñanza la encontramos en el cap. 39, p.1 del Manual: “Todas nuestras acciones deben ratificar su «Fiat»”, “Con María glorificad al Señor” “María es tan Madre de cada cristiano, como de Jesucristo, y son tan necesarios su consentimiento y sus desvelos maternales en el crecimiento diario de su Hijo en el alma de cada hombre, como lo fueron para la concepción y el desarrollo del mismo Redentor en su persona física.” ¿Qué implica esto para el cristiano? que María es la representante en la ofrenda sacrificial iniciada en la Anunciación y completada en la Cruz, que obtuvo la redención.

S. Juan Pablo II en la Encíclica Redemtoris Mater, dice: Jesús en la Cruz confía a Juan a María “Mira a tu madre”, le presenta lo que es la esencia de la maternidad: “una relación única e irrepetible entre dos personas”. Lo que dice a Juan, nos lo dice a cada uno de nosotros: “Mirad a vuestra Madre”, es la esencia del Evangelio sobre María para cada cristiano y especialmente para nosotros legionarios. Palabras que expresan la nueva maternidad de la Madre del Redentor, maternidad espiritual nacida del Misterio Pascual del Redentor del mundo: Jesús, nos da a su Madre como respuesta al mal. 

Las palabras de Cristo en la Cruz son fundamentales en la vida interior de Frank Duff y en la espiritualidad de la Legión. Volviendo a S. Juan Pablo II sobre la maternidad espiritual de María: “Desde el momento en que Jesús en la Cruz le dice a Juan “Mira a tu Madre”, el misterio de la maternidad de María se actualiza ilimitadamente en la historia. Por ello María es la Madre de todos nosotros, su cuidado por la vida del hombre es universal y tiene su comienzo en su maternal cuidado de Cristo. María, a los pies de la Cruz, aceptó a Juan y en Juan nos aceptó a nosotros totalmente. María nos abraza con especial solicitud en el Espíritu Santo. Su maternidad para cada uno de nosotros es total, ahora, siempre y en todas partes.

Volvamos a Fátima, donde Nuestra Señora nos dice: “Al final mi Corazón Inmaculado triunfará”. Recordamos un texto de la Sagrada Escritura: “Pondré enemistad entre ti y la mujer, entre tu linaje y el suyo, ella te aplastará la cabeza” (Gn 3,15). Lo primero que Dios prometió a la humanidad después de la caída en el pecado original, es el regalo de una Mujer que nos daría a nuestro Salvador, a nuestro Señor. Fátima nos recuerda todas estas verdades y cuan profundamente las necesitamos hoy en día los cristianos, incluyendo a nuestros hermanos legionarios que son perseguidos por su fe y tantos que están llamados a ser una presencia de María en un mundo secularizado y hostil. A veces podemos desalentarnos en medio de esta guerra espiritual, pero la batalla no está perdida porque la victoria viene a través de María que nos dio a Jesús. Renueva tu FIAT de la mano de María.  

                                       Tomado de:SENATUS DE MADRID • Boletín número 770

Las Glorias de María, párrafo parte 1, diciembre 6 / 2023

 Imprimir: Las Glorias de María (Párrafo parte 1




Nuestra confianza en María debe ser inmensa por ser ella nuestra Madre

Párrafo, parte 1

 

No por casualidad ni en vano los devotos de María la llaman Madre. Diríase que no saben invocarla con otro nombre y no se cansan de llamarla siempre Madre. Madre sí, porque de veras es ella nuestra Madre, no carnal, sino espiritual, de nuestra alma y de nuestra salvación. Cuando el pecado privó a nuestras almas de la gracia, les privó también de la vida. Y habiendo quedado miserablemente muertas, vino Jesús nuestro Redentor, y con un exceso de misericordia y de amor nos recuperó con su muerte en la cruz, la vida perdida, como él mismo lo declaró: "Vine para que tengan vida, y la tengan en abundancia" (Jn 10,10). "En abundancia", porque como dicen los teólogos, Jesucristo con su Redención nos trajo bienes capaces de reparar absolutamente los daños que nos causó Adán, con su pecado. Y así, reconciliándonos con Dios, se convirtió en Padre de nuestras almas en la nueva ley de la gracia, como ya lo había predicho el profeta: "Padre del siglo futuro, Príncipe de la paz" (Is 9,5). Pues si Jesús, es el Padre de nuestras almas, María es la Madre, porque dándonos a Jesús, nos dio la verdadera vida, y ofreciendo en el Calvario la vida de su Hijo, por nuestra salvación fue como darnos a luz y hacernos nacer a la vida de la gracia.

 

En dos momentos distintos, enseñan los santos padres, se demostró que María, era nuestra Madre espiritual; primero, cuando mereció concebir en su seno virginal al Hijo de Dios, como dice san Alberto Magno. Y más claramente san Bernardino de Siena, quien lo explica así: Cuando la santísima Virgen dio su consentimiento a la anunciación del ángel de que el Verbo eterno esperaba su aprobación para hacerse su Hijo, al dar su asentimiento pidió a Dios, con inmenso amor, nuestra salvación; y de tal manera se empeñó en procurárnosla, que ya desde entonces nos llevó en su seno como amorosísima y verdadera Madre. Dice San Lucas en su Evangelio, en el capítulo 2, versículo 7, hablando del nacimiento de nuestro Salvador, que María, dio a luz a su Primogénito. Así que, dice el autor, si el evangelista afirma que entonces dio a luz a su Primogénito, ¿se habrá de suponer que tuvo otros hijos? Pero es de fe que María, no tuvo otros hijos según la carne fuera de Jesús; luego debió tener otros hijos espirituales, y éstos somos todos nosotros. Esto mismo reveló el Señor a Santa Gertrudis, la cual, leyendo un día dicho pasaje del Evangelio estaba confusa, no pudiendo entender como siendo María Madre, solamente de Jesucristo, se puede decir que éste fue su Primogénito. Pero Dios le explicó que Jesús, fue su primogénito según la carne, pero los hombres son sus hijos según el espíritu.

 

Con esto se comprende lo que se dice de María, en el libro sagrado “Cantar de los Cantares”: "Es tu vientre como montoncito de trigo cercado de azucenas" (Ct 7,3). Lo explica San Ambrosio, y dice que, si bien en el vientre purísimo de María, hubo un solo grano de trigo, que fue Jesucristo, sin embargo, se dice montoncito de trigo, porque en aquel solo grano de trigo estaban contenidos todos los elegidos, de los que María, debía ser la Madre. Por esto escribió el abad Guillermo: "En este único fruto, Jesús, único Salvador de todos, María, dio a luz a muchos para la salvación. Dando a luz a la vida, dio a luz a muchos para la vida".

 

El segundo momento en que María nos engendró a la gracia fue cuando en el Calvario ofreció al eterno Padre, con tanto dolor, la vida de su amado hijo, por nuestra salvación. Es entonces, asegura San Agustín, cuando habiendo cooperado con su amor para que los fieles nacieran a la vida de la gracia, se hizo igualmente con esto Madre espiritual, de todos nosotros, y todos somos miembros del Cuerpo Místico siendo Cristo, nuestra Cabeza. Es lo mismo que significa lo que dice la Virgen, de sí misma en el “Cantar de los Cantares”: "Pusiéronme a guarda de viñas; y mi propia viña no la guardé" (Ct 1,6). María, por salvar nuestras almas, consintió que se sacrificara la vida de su Hijo. ¿Y quién era el alma de María, sino su Jesús, que era su vida y todo su amor? Por esto le anunció el anciano Simeón, que un día su bendita alma, se vería traspasada de una espada muy dolorosa. "Y tu misma alma será traspasada por una espada de dolor" (Lc 2,35). Esa espada fue la lanza que traspasó el costado de Cristo, que era el alma de María. En aquella ocasión, con sus dolores, nos dio a luz para la vida eterna, por lo que todos podemos llamarnos hijos de los dolores de María. Nuestra madre amorosísima estuvo siempre y del todo unida a la voluntad de Dios, por lo que -dice San Buenaventura- viendo ella el amor del eterno Padre, hacia los hombres que aceptó la muerte de su Hijo por nuestra salvación, y el amor del Hijo, al querer morir por nosotros, para identificarse con este amor excesivo del Padre y del Hijo hacia los hombres, ella también, con todo su corazón, ofreció y consintió que su Hijo muriera para que todos nos salváramos.

 

LAS GLORIAS DE MARIA LIBRO DE SAN ALFONSO MARÍA DE LIGORIO CAPÍTULO I -noviembre 2023

 


LAS GLORIAS DE MARIA 

 San Alfonso María de Ligorio



DIOS TE SALVE, REINA Y MADRE DE MISERICORDIA

Párrafo 1

Nuestra confianza en María ha de ser grande, por ser ella la Madre de la misericordia


Habiendo sido exaltada la Virgen María como Madre del Rey de reyes, con toda razón la Santa Iglesia la honra y quiere que sea honrada por todos con el título glorioso de reina. Si el Hijo es Rey, dice San Atanasio, con toda razón la Madre debe tenerse por Reina y llamarse Reina y Señora. Desde que María, añade San Bernardino de Siena, dio su consentimiento aceptando ser Madre del Verbo eterno, desde ese instante mereció ser la Reina del mundo y de todas las criaturas. Si la carne de María, reflexiona San Arnoldo abad, no fue distinta de la de Jesús, ¿cómo puede estar la madre separada del reinado de su hijo? Por lo que debe pensarse que la gloria del reinado no sólo es común entre la Madre y el Hijo, sino que es la misma.

 

Y si Jesús es Rey del universo, reina también lo es María. De modo que, dice san Bernardino de Siena, cuantas son las criaturas que sirven a Dios, tantas son las que deben servir a María, ya que los ángeles, los hombres y todas las cosas del cielo y de la tierra, estando sujetas al dominio de Dios, están también sometidas al dominio de la Virgen. Por eso el abad Guérrico, contemplando a la Madre de Dios, le habla así: "Prosigue, María, prosigue segura con los bienes de tu Hijo, gobierna con toda confianza como Reina, madre del Rey y su esposa". Sigue pues, oh María, disponiendo a tu voluntad de los bienes de tu Hijo, pues al ser Madre y esposa del rey del mundo, se te debe como Reina el imperio sobre todas las criaturas.

 

Así que María es Reina; pero no olvidemos, para nuestro común consuelo, que es una Reina toda dulzura y clemencia e inclinada a hacernos bien a los necesitados. Por eso la Santa Iglesia quiere que la saludemos y la llamemos en esta oración, en “La Salve”, Reina de misericordia. El mismo nombre de Reina, conforme a San Alberto Magno, significa piedad y providencia hacia los pobres; a diferencia del nombre de emperatriz, que expresa más bien severidad y rigor. La excelencia del Rey y de la Reina consiste en aliviar a los miserables, dice Séneca. Así como los tiranos, al mandar, tienen como objetivo su propio provecho, los reyes, en cambio, deben tener por finalidad el bien de sus vasallos. De ahí que en la consagración de los reyes se ungen sus cabezas con aceite, símbolo de misericordia, para demostrar que ellos, al reinar, deben tener ante todo pensamientos de piedad y de beneficencia hacia sus vasallos.

 

El rey debe ante todo dedicarse a las obras de misericordia, pero no de modo que dejan de usar la justicia contra los criminales cuando es debido. No obra así María, que aunque Reina no lo es de justicia, preocupada del castigo de los malhechores, sino Reina de la misericordia, atenta únicamente a la piedad y al perdón de los pecadores. Por eso la Iglesia quiere que la llamemos expresamente Reina de la misericordia. Reflexionando el gran canciller de París Juan Gerson las palabras de David: "Dos cosas he oído: que Dios tiene el poder y que tuya es, Señor, la misericordia" (Sal 61,12), dice que fundándose el reino de Dios en la justicia y en la misericordia, el Señor lo ha dividido: el reino de la justicia se lo ha reservado para él, y el reino de la misericordia se lo ha cedido a María, mandando que todas las misericordias que se otorgan a los hombres pasen por las manos de María y se distribuyan según su voluntad. Santo Tomás de Aquino lo confirma en el prólogo a las Epístolas canónicas diciendo que la Santísima Virgen, desde que concibió en su seno al Verbo de Dios y le dio a luz, obtuvo la mitad del reino de Dios, al ser constituida Reina de la misericordia, quedando para Jesucristo el reino de la justicia. Qué bellas palabras!

 

El eterno Padre constituyó a Jesucristo Rey de justicia y por eso lo hizo Juez universal del mundo. Así lo cantó el profeta: "Señor, da tu juicio al Rey y tu justicia al Hijo de reyes" (Sal 71,1). Esto también lo comenta un docto intérprete, y dice: Señor, Tú has dado a tu Hijo la justicia, porque la misericordia la diste a la Madre del Rey. San Buenaventura, parafraseando también ese pasaje, dice: "Da, Señor, tu juicio al Rey y tu misericordia a la Madre de Él". Así, de modo semejante el Arzobispo de Praga, Ernesto, dice que el eterno Padre ha dado al Hijo el oficio de juzgar y castigar, y a la Madre el oficio de compadecer y aliviar a los miserables. Así predijo el mismo profeta David que Dios mismo, por así decirlo, consagró a María como Reina de la misericordia ungiéndola con óleo de alegría: "Dios te ungió con óleo de alegría" (Sal 44,8). A fin de que todos los miserables hijos de Adán, se alegraran pensando tener en el cielo a esta gran Reina llena de unción, de misericordia y de piedad para con todos nosotros, como dice San Buenaventura: "María está llena de unción de misericordia y de óleo de piedad, por eso Dios la ungió con óleo de alegría".

 

San Alberto Magno, muy a propósito, presenta a la reina Esther como figura de la Reina María. Se lee en el libro de Esther, capítulo 4, que reinando Asuero salió un decreto que ordenaba matar a todos los judíos. Entonces, Mardoqueo, que era uno de los condenados, confió su salvación a Esther, pidiéndole que intercediera con el rey para obtener la revocación de su sentencia. Al principio, Esther rehusó cumplir ese encargo temiendo el gravísimo enojo de Asuero. Pero Mardoqueo la reconvino y le mandó decir que no pensara en salvarse ella sola, pues el Señor, la había colocado en el trono para lograr la salvación de todos los judíos: "No te imagines que por estar en la casa del rey te vas a librar tú sola, entre todos los judíos" (Est 4,13). Así dijo Mardoqueo a la reina Esther, y así podemos decir ahora nosotros, pobres pecadores, a nuestra reina María, si por un imposible rehusara impetrarnos de Dios, la liberación del castigo que justamente merecemos: No pienses, Señora, que Dios te ha exaltado como Reina del mundo sólo para pensar en tu bien, sino para que desde la cumbre de tu grandeza puedas compadecerte más de nosotros miserables y socorrernos mejor.

 

Asuero, cuando vio a Esther en su presencia, le preguntó con cariño: "¿Qué deseas pedir, reina Esther?, pues te será concedido. Aunque fuera la mitad de mi reino, se cumplirá" (Est 7,2). A lo que la reina respondió: "Si he hallado gracia a tus ojos, ¡oh rey!, y si al rey le place, concédeme la vida -este es mi deseo- y la de mi pueblo -ésta es mi petición" (Est 7,3). Y Asuero la atendió al instante ordenando que se revocase la sentencia.

 

Ahora bien, si Asuero otorgó a Esther, porque la amaba, la salvación de los judíos, ¿cómo Dios podrá dejar de escuchar a María, amándola inmensamente, cuando ella le ruega por los pobres pecadores? Ella le dice: "Si he encontrado gracia ante tus ojos, Rey mío..." Pero bien sabe la Madre de Dios que ella es la bendita, la bienaventurada, la única que entre todos los hombres ha encontrado la gracia que ellos habían perdido. Bien sabe que ella, es la amada de su Señor, querida más que todos los santos y ángeles juntos. Ella es la que le dice: "Dame mi pueblo por el que te ruego". Si tanto me amas, le dice, otórgame, Señor, la conversión de estos pecadores por los que te suplico. ¿Será posible que Dios no la oiga? ¿Quién desconoce la fuerza que le hacen a Dios las plegarias de María? "La ley de la clemencia gobierna su lengua" (Pr 31,26). Es ley establecida por el Señor que se use de misericordia con aquellos por los que ruega María. Pregunta san Bernardo: ¿Por qué la Iglesia llama a María reina de misericordia? Y responde: "Porque ella abre los caminos insondables de la misericordia de Dios a quien quiere, cuando quiere y como quiere, porque no hay pecador, por enormes que sean sus pecados, que se pierda si María lo protege".

 

Pero ¿podremos temer que María se desdeñe de interceder por algún pecador al verlo demasiado cargado de pecados? ¿0 nos asustará, tal vez, la majestad y santidad de esta gran Reina? No, dice San Gregorio, "cuanto más elevada y Santa es ella, tanto más es dulce y piadosa con los pecadores que quieren enmendarse y a ella acuden". Los reyes y reinas, con la majestad que ostentan, infunden terror y hacen que sus vasallos teman aparecer en su presencia. Pero dice San Bernardo: ¿Qué temor pueden tener los miserables de acercarse a esta Reina de misericordia si ella no tiene nada que aterrorice, ni nada de severo para quien va en su busca, sino que se manifiesta toda dulzura y cortesía? "¿Por qué ha de temer la humana fragilidad acercarse a María? En ella, no hay nada de austero ni terrible. Es todo suavidad ofreciendo a todos leche y lana". María no sólo otorga dones, sino que ella misma nos ofrece a todos la leche de la misericordia para animarnos a tener suma confianza y la lana de su protección para resguardarnos de los rayos de la divina justicia.

 

Narra Suetonio que el emperador Tito no acertaba a negar ninguna gracia a quien se la pedía; y aunque a veces prometía más de lo que podía otorgar, respondía a quien se lo daba a entender que el príncipe no podía despedir descontento a ninguno de los que admitía a su presencia. Así decía Tito; pero o mentía o faltaba a la promesa. Mas nuestra reina no puede mentir y puede obtener cuanto quiera para sus devotos. Tiene un corazón tan piadoso y benigno, que no puede sufrir el dejar descontento a quien le ruega. "Es tan benigna -dice Luis Blosio- que no deja que nadie se marche triste". Pero ¿cómo puedes, oh María -le pregunta San Bernardo-, negarte a socorrer a los miserables cuando eres la Reina de la misericordia? ¿Y quiénes son los súbditos de la misericordia sino los miserables? "Tú eres la Reina de la misericordia, y yo, el más miserable pecador, soy el primero de tus vasallos. Por tanto, reina sobre nosotros, oh Reina de la misericordia". Tu eres la Reina de la misericordia y yo el pecador más miserable de todos; por tanto, si yo soy el principal de tus súbditos, tú debes tener más cuidado de mí que de todos los demás. Ten piedad de nosotros, reina de la misericordia, y procura nuestra salvación.

 

Y no nos digas, Virgen Santa, parece decirle Jorge de Nicomedia, que no puedes ayudarnos por culpa de la multitud de nuestros pecados, porque tienes tal poder y piedad que excede a todas las culpas imaginables. Nada resiste a tu poder, pues tu gloria el Creador la estima como propia, pues eres su Madre. Y el Hijo, gozando con tu gloria, como pagándote una deuda, da cumplimiento a todas tus peticiones. Quiere decir que si bien María, tiene una deuda infinita con su Hijo por haberla elegido como su Madre, sin embargo, no puede negarse que también el Hijo, está sumamente agradecido a esta Madre por haberle dado el ser humano; por lo cual Jesús, como por recompensar cuanto debe a María, gozando con su gloria, la honra especialmente escuchando siempre todas sus plegarias.

 

Cuánta debe ser nuestra confianza en esta Reina, sabiendo lo poderosa que es ante Dios, y tan rica y llena de misericordia que no hay nadie en la tierra que no participe y disfrute de la bondad y de los favores de María. Así lo reveló la Virgen María a Santa Brígida: "Yo soy -le dijo la Reina del cielo y Madre de la misericordia- la alegría de los justos y la puerta para introducir los pecadores a Dios. No hay en la tierra pecador tan desventurado que se vea privado de mi misericordia. Porque si otra gracia por mí no obtuviera, recibe al menos la de ser menos tentado de los demonios de lo que sería de otra manera. No hay ninguno tan alejado de Dios, a no ser que del todo estuviese maldito -se entiende con la final reprobación de los condenados-; ninguno que, si me invocare, no vuelva a Dios y alcance la misericordia". Todos me llaman la Madre de la misericordia, y en verdad la misericordia de Dios hacia los hombres me ha hecho tan misericordiosa para con ellos. Por eso será desdichado y para siempre en la otra vida el que en ésta, pudiendo recurrir a mí, que soy tan piadosa con todos y tanto deseo ayudar a los pecadores, infeliz no acude a mí y se condena. 

 

Acudamos, pues, pero acudamos siempre a las plantas de esta dulcísima Reina si queremos salvarnos con toda seguridad. Y si nos espanta y desanima la vista de nuestros pecados, entendamos que María ha sido constituida Reina de la misericordia para salvar con su protección a los mayores y más perdidos pecadores que a ella se encomiendan. Estos han de ser su corona en el Cielo como lo declara su divino Esposo: "Ven del Líbano, esposa mía; ven del Líbano, ven y serás coronada... desde las guaridas de leones, desde los montes de leopardos" (Ct 4,8). ¿Y cuáles son esas cuevas y montes donde moran esas fieras y monstruos sino los miserables pecadores cuyas almas se convierten en cubil de los pecados, los monstruos más deformes que puedenexistir? Pues bien, comenta el abad Ruperto, precisamente de estos miserables pecadores salvados por tu mediación, oh gran Reina, te verás coronada en el paraíso, ya que su salvación será tu corona, corona muy apropiada para una Reina de misericordia y muy digna de ella.

 

Acudamos, pues, pero acudamos siempre a las plantas de esta dulcísima Reina si queremos salvarnos con toda seguridad. Y si nos espanta y desanima la vista de nuestros pecados, entendamos que María ha sido constituida Reina de la misericordia para salvar con su protección a los mayores y más perdidos pecadores que a ella se encomiendan. Estos han de ser su corona en el Cielo como lo declara su divino Esposo: "Ven del Líbano, esposa mía; ven del Líbano, ven y serás coronada... desde las guaridas de leones, desde los montes de leopardos" (Ct 4,8). ¿Y cuáles son esas cuevas y montes donde moran esas fieras y monstruos sino los miserables pecadores cuyas almas se convierten en cubil de los pecados, los monstruos más deformes que puedenexistir? Pues bien, comenta el abad Ruperto, precisamente de estos miserables pecadores salvados por tu mediación, oh gran Reina, te verás coronada en el paraíso, ya que su salvación será tu corona, corona muy apropiada para una Reina de misericordia y muy digna de ella.

 

 

¿Cuál es el significado de la devocion al Corazón inmaculado de María?

Tomado del Allocutio y Boletin del Concilium Legionis Año 2017
 

Orar Siempre, diciembre 10 2024

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ORAR SIEMPRE

La Sagrada Biblia nos dice en varias oportunidades que debemos siempre orar. Aquí están algunas de las citas y los textos que nos hacen esa recomendación Y nos animan hacerlo: 

"Estad siempre gozosos. Orad sin cesar. Dad gracias  en  todo porque ésta, es la voluntad de Dios, para con vosotros en Cristo Jesús". (1 Tesalonicenses 5:16-18)

“6 .No os inquietéis por cosa alguna; antes bien, en toda ocasión, presentad a Dios vuestras peticiones, mediante la oración y la súplica, acompañadas de la acción de gracias. (Filipenses 4:6-7)

7.Y la paz de Dios, que supera todo conocimiento, custodiará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús. Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios, en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús".  (Filipenses 4:6-7)

“...siempre en oración y súplica, orando en toda ocasión en el Espíritu, velando juntos con perseverancia e intercediendo por todos los santos.." (Efesios 6:18)

“También les refirió Jesús, una parábola sobre la necesidad de orar siempre, y no desmayar": La parábola dice: "Había un juez en una ciudad que no temía a Dios, ni respetaba a nadie. Había una viuda en esa ciudad que se le presentaba y le decía: «¡Hazme justicia contra mi dversario!». Pero el juez no quería por un tiempo. Pero después de eso, él dijo para sí:  «Aunque no temo a Dios ni respeto a nadie, pero porque esta viuda me molesta, le haré justicia para que no venga continuamente a mí». La parábola enseña sobre la importancia de la perseverancia y la fe en la oración. Aunque el juez no es justo, finalmente atiende a la viuda, debido a su persistencia. De la misma manera, Dios, que es justo y amoroso, CON MUCHA MÁS RAZÓN atiende a los creyentes que se acercan a Él, con fe y perseverancia”. (Lucas 18:1)

"Gozosos en la esperanza; sufridos en la tribulación; constantes en la oración." Estas citas, nos recuerdan la importancia de mantener una vida de oración constante y ferviente. (Romanos 12:12)

Extracto: de Rodrigo Correa Ángel OFS

"La enseñanza de este pasaje es que orar a Dios y confiar en Él,
 brinda “la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento"