Allocutio
Por Fr. Bede McGregor O.P.
Director Espiritual Concilium Legionis
agosto de 2007
Frank Duff y el Servicio Legionario
Hay muchos pasajes del Manual que muestran su autobiografía allí se arraigan las experiencias y las convicciones personales más profundas de nuestro fundador Frank Duff. Cuando usted lee no puede dejar de decir - éste es en verdad Frank Duff, es su carácter, su vida interior; también muchos de los que le conocían no podían dejar de señalarlo aunque se ocultaba debajo de su sencillez y de su sonrisa siempre lista, su gran sentido del humor, su inteligencia extraordinaria y su gran capacidad de organización, su destacada personalidad interesado y atento con la gente y su natural cortesía. Muchos señalaron la sabiduría para discernir en situaciones difíciles y sus muchos y notables logros. El Manual nos hace llegar a un nivel mucho más profundo en la comprensión de la santidad y la vida interior de Frank Duff. Permítanme hoy considerar el capítulo: El Servicio Legionario como ejemplo maravilloso de comprensión del Manual, del corazón y del alma de nuestro fundador.
Frank Duff escribe: ” y contemplando a su Señor crucificado, a Aquel que le entregó hasta su último suspiro y la última gota de su sangre, el legionario debe hacer el firme propósito de reflejar en su servicio siquiera algo de tanta generosidad...“ Aquí tenemos uno de los motivos a que se obliga en el servicio apostólico nuestro fundador y que él pone a cada legionario. El motivo el agradecimiento. No hay nada que Dios no nos haya dado porque Él se nos ha dado a sí mismo cada respiración y cada gota de su sangre, y nosotros por eso debemos estar dando gracias a Nuestro Señor y entregándonos a su servicio. El agradecimiento fue una dimensión importante en la vida interior de Frank Duff.
Una vez más Frank Duff fue inspirado y consolado por el hecho de que tantos legionarios estuvieran dispuestos a ser mártires por su fe y por el trabajo de la evangelización. Sin embargo, él sabía que generalmente hablando, la mayoría de los legionarios serían llamados a la virtud heroica sin el martirio real. Tal era su propia vida y cuando él escribe lo siguiente siento con certeza que él recordaba su propia experiencia: "Miradas aviesas; la punzada de la afrenta y del desprecio; ser el blanco del ridículo y de las malas lenguas; cansancio de cuerpo y de espíritu; el tormento del fracaso y de la innoble ingratitud; frío intenso, lluvias torrenciales, suciedad, insectos, malos olores, pasillos oscuros, ambiente sórdido; el privarse de pasatiempos y cargarse de preocupaciones, que siempre se acumulan en las obras de la caridad; la angustia que se apodera de toda alma sensible a la vista del ateísmo y de la depravación; la participación generosa en los dolores ajenos… Todas esas cosas tienen poco de aparatosas; pero sobrellevadas con paciencia, más aún, consideradas como goces, con perseverancia hasta el fin, vendrán a pesar en la balanza de la divina Justicia casi tanto como el amor que excede a todo otro amor: el de aquel que da la vida por sus amigos (Jn 15,13). "¿Cómo pagaré al Señor todo el bien que me ha hecho?" (Sal 116,12). Este pasaje me parece a mí como una recapitulación de su autobiografía escribiendo sus milagros de a poquito se descubre al auténtico Frank Duff.
Es cierto que los legionarios nunca cuestionaron a Frank Duff el hacer cosas que él antes no se hubiera preparado para hacerlas, cuando él escribe lo siguiente él estaba revelando el secreto de su propia vida. Y muchos testigos íntimos de su vida dan testimonio de la verdad de este paso en la vida de Frank Duff y se ha convertido quizás en el principio más fundamental del método de evangelización de la Legión. "El secreto del éxito feliz en el trato con los demás está en establecer contacto personal con ellos, un contacto de amor y simpatía mutua. Pero este amor ha de ser más que meras apariencias: ha de saber resistir las pruebas que entraña la verdadera amistad; esto exigirá a menudo alguna mortificación.
Muchos de los pasos que hemos estado evaluando han estado proponiendo ideales a los legionarios para vivir en su interior. Pero creo que él fue el primero que participó de la naturaleza legionaria, por lo tanto constituyen sus propios, acertados y heroicos ideales. Saber el Manual es conocer de verdad al hombre que lo escribió y su carisma. Estos dos breves pasos siguientes que puntualizaré son particularmente la revelación del espíritu heroico de la vida de Frank Duff. Tengo la segura sensación con base en la biografía escrita por él y por la gente que le conocía íntimamente, que él incorporó primero en su vida, los ideales que él puso ante los legionarios.
"En el fondo toda obra, para ser seriamente fructífera, debe radicar en cierta disposición del alma a darse espontánea y totalmente a los demás. Sin ella, el servicio legionario carece de vida. El legionario que pone límites: "hasta ese punto me sacrificaré, más no", nunca saldrá de lo trivial, por más esfuerzos que haga. Pero teniendo esta pronta disposición- aunque esta no se desarrolle en toda su eficacia, o sólo en una mínima parte-, fructificará, sin embargo, en obras portentosas".
"Así pues, la Legión exige un servicio sin límites, sin restricciones. Y esto no es solamente un consejo, es una necesidad; porque, si no apunta el legionario a lo más alto, no llegará a perseverar ni siquiera en lo comenzado. Perseverar hasta el fin en la obra del apostolado es, en sí misma, cosa heroica; y este heroísmo se consigue sólo a fuerza de una serie continua de actos heroicos, que tienen en la perseverancia final su remate y su corona". Con estas citas nos encontramos no sólo en la lectura de pasajes inspirados del Manual, sino también estamos entrando en el corazón y en la vida interior de nuestro Fundador.
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