miércoles, 7 de febrero de 2007

Allocutio Febrero 2007

ALLOCUTIO
POR EL REV. FR. BEDE McGREGOR O.P.
DIRECTOR ESPIRITUAL DEL CONCILIUM

Edel Quinn y el Regalo del Sufrimiento

Todos tenemos nuestros santos favoritos. Nos atraen más unos que otros. ¿Por qué muchos de nosotros somos atraídos profundamente hacia la Venerable Edel Quinn? Puedo casi oír su risa pícara con la sola idea de ser llamada Venerable, cuando ella era aun joven y llena de alegría y entusiasmo. Pienso que llevamos de ella su espíritu festivo, su ador, su natural encanto, su regalo de la amistad. Además de ser una compañera tan encantadora, sabíamos que podíamos compartir nuestras preocupaciones más profundas y ser entendidos y animados por ella. Ella tenía una sonrisa profunda siempre de acogida. Ella está tan cerca de Dios y de su Madre. Ella ama tanto a la gente que hará todo por nosotros.

Pero lo más notable del espíritu de Edel era la alegría que la acompañaba aun en medio de tan increíble sufrimiento. El apostolado de la Legión se basa en el contacto personal llevando el espíritu de Maria y esto significa que resolveremos el sufrimiento porque no hay historia humana que no tenga su contingente de heridas y de dolor. No hay excepciones en el sufrimiento y los legionarios tendrán en la vida un curso para aprender cómo estar presentes donde la gente está dolida pero con el espíritu de Maria. Podemos ser de mucha ayuda con el ejemplo y la amistad de Edel haciendo frente a los sufrimientos de los otros. Pero quizás el mayor desafío se presenta cuando nos ocupamos del sufrimiento en sus numerosas formas en nuestra propia vida. Puede ser relativamente fácil dormir con el dolor de la otra persona. Nos dice Edel que el significado del sufrimiento en nuestras vidas, tiene un valor inmenso. Ella sabía lo que decía cuando hablaba del sufrimiento. Podemos todos hablar con facilidad sobre el papel del sufrimiento en la vida cristiana pero es una cuestión totalmente distinta cuando se pone en práctica.

Edel nació a la vida eterna el 12 de mayo de 1944, en la Celebración de la Santa Cruz. La cruz fue el eje sobre el cual giraba su vida. Ella murió un viernes, un día dado normalmente a la reflexión en la pasión de Cristo, el 14 de septiembre, 1907 en el mes de María, nació a este mundo. Ella pasó su vida de adulta dentro y fuera de los hospitales, en un total estado de agotamiento y desgaste. Todavía escuchamos lo que ella decía sobre el sufrimiento y la enfermedad. Ella escribía en su diario, “Nosotros podemos lograr que esas cosas que funcionan opuestamente a nuestros propios planes y deseos sean gracias todas y cada una. La voluntad de Dios las permite y representan su persistente búsqueda de nosotros. Debemos abrazarlas, hacerlas parte de nosotros, y pagar el pequeño precio que exigen. Hacer siempre su voluntad y eliminar siempre la nuestra. Los pequeños sacrificios son todo lo que podemos llevar; seamos fieles y alegres en aceptarlos con la ayuda de Nuestra Madre. Tenemos solamente esta vida y quizás bien corta, para probar nuestro amor. Si hacemos el esfuerzo, Jesús y Maria nos ayudarán a llevarlas. Si uno sabe la verdad de estas cosas, uno debe ser agradecido y regocijarse en cada debilidad y cansancio físico. Ésta es una leve parte de los sufrimientos y gracias de Cristo.” Ella resume su acercamiento total al sufrimiento diciendo “sufrir por Nuestro Señor es mi alegría más grande”.

Notarás que el lenguaje de Edel en sus notas privadas es exactamente igual al Manual. Ella en su vida era una verdadera encarnación del Manual en el sufrimiento. El Manual se refiere al privilegio inestimable del sufrimiento, el regalo de sufrir, el apostolado del sufrimiento y expresa que cada sufrimiento es una gracia. El Manual valora lo que Santa Teresa de Ávila, dice que “ningún mayor favor puede su Majestad concedernos que darnos una vida, orientada por el ejemplo de su querido Hijo.” También valora las palabras de San Pedro de Alcántara que decía a los pacientes cuando los visitaba en el hospital: El “paciente feliz, demuestra cómo es de grande la gloria de Dios que ha ganado por la aceptación de su enfermedad. Ha merecido más que lo que otros pueden ganar por rezos, ayunos, vigilias, azotes y otros trabajos penitenciales.

El Siervo de Dios, Arzobispo Fulton Sheen dijo -quien era un gran seguidor de la Legión de María- y habló en nuestra reunión del Concilium en menos de una ocasión comentaba a menudo que había tanto sufrimiento perdido en el mundo. Sería una gran tragedia si eso fuera el caso de la Legión. Hay algo especial en la intercesión de los que sufren. Por lo tanto debemos intentar conseguir que a aquellos que visitamos en hospitales, clínicas de reposo, enfermos y ancianos en sus hogares, sean nuestros auxiliares en el apostolado activo de la Legión. Y esto sería un recurso precioso de la Legión, si todos nuestros auxiliares en el mundo nos ayudaran a ver el inmenso valor del sufrimiento para la salvación de las almas y la unión de nosotros con Cristo.

Permítanme concluir con algunas palabras del diario privado de Edel. Ella escribe “Cuando nosotros unimos nuestro sufrimientos con los suyos y los ofrecemos al cielo para su gloria, esos sufrimientos se vuelven dulces y nos llevan muy cerca de Él y son fuente de verdadera felicidad. Esmerémonos en imitar a Nuestro Señor en la aceptación alegre del sufrimiento. Las dificultades de la salud, los trastornos diarios son los más preciados regalos”. Roguemos a Edel con frecuencia para que nos ayude a llevar la cruz por la salvación de nuestras almas.

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