viernes, 4 de julio de 2025

Consagración a Jesucristo por medio de María


NOVENA A LA VIRGEN MILAGROSA, noviembre 2024

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 NOVENA A LA VIRGEN MILAGROSA

NOVENA  A LA Virgen Milagrosa

Por el  Pbro. JORGE GONZALEZ V.

BREVE HISTORIA DE LA SANTA MEDALLA

Era el 27 de noviembre del año 1830 cuando una Hermana Vicentina llamada Santa Catalina Labouré, oraba fervorosamente en la capilla de su convento. Apareciósele entonces la Reina del Cielo asentando su pie virginal sobre un globo y en sus manos, colocadas a la altura del pecho, en ademán suplicante, ofrecía a Dios otro globo más pequeño. De pronto esmaltándose los dedos de María de anillos y pedrerías de belleza extraordinaria, y los resplandores que de allí salían reflejaban con intensa claridad. María mirando dulcemente a la feliz vidente le dijo; "El globo que estás viendo representa al mundo y a cada persona en particular: y estos resplandores son símbolo de las gracias que yo derramo sobre aquellos que me las piden”

 Formose luego en derredor de la Virgen como un retablo de forma ovalada y circundando la visión aparecieron grabadas en letras de oro estas palabras: "Oh María, sin pecado concebida, rogad por nosotros que recurrimos a Vos" y al punto las manos de María, como agobiadas por el peso de las gracias, simbolizadas por los rayos, se dejaban caer, extendiéndose suavemente en aquella graciosa actitud que hoy nos reproduce su Medalla. Y viendo esto la novicia escucha una voz que le da esta orden: "Haz acuñar una medalla sobre este modelo.  uienes la llevaren consigo, recibirán gracias muy grandes, sobre todo si la llevan al cuello, gracias que serán más  bundantes a medida de su confianza”, y esto dicho, el retablo se entorno para dejar ver a la Hermana, en el reverso. Allí se destacaba la M. Inicial de María, y sobre una barra entrelazada, superpuesta una cruz. Debajo del monograma dos corazones; rodeado el uno de espinas y el otro traspasado por una espada. Con aprobación del Prelado, se mando acuñar la medalla conforme al modelo resentado por María y desde entonces, su difusión portentosa por todas las latitudes del orbe, ha ido acompañada de tantos, y tales prodigios, curaciones y conversiones en todas las clases sociales, que a voz del pueblo le ha dado por ntonomasia el nombre de MEDALLA MILAGROSA: nombre que la Iglesia ha recogido con fruición para insertarlo    en la Sagrada Liturgia, estableciendo una fiesta particular el 27 de noviembre y que de día en día se nos hace más solemne y querida, porque la Medalla Milagrosa, es un don del cielo traído a la tierra por la misma Madre de Dios.

Blindémonos con esta armadura eficacísima, y repitamos con frecuencia y amor la jaculatoria, con que María, desea que reclamemos su intercesión.

"Oh María, sin pecado concebida, Rogad por nosotros que recurrimos a Vos "

NOVENA DE LA VIRGEN MILAGROSA

En él nombre del Padre y del Hijo
y del Espíritu Santo. Amén.


ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS

¡Oh dulcísima Virgen Milagrosa! Mira a tus plantas un hijo que en Ti ha fijado toda su esperanza. Sabes Señora, cuanto te amo y de veras quisiera que el universo todo se consumiera en tu servicio y loor.

Al ver mi vida entretejida de favores tuyos a pesar de mis continuos pecados y desvíos, me anima una gran confianza de que hoy también vas a bendecirme, de que una vez más voy recibir tu socorro y protección.

Bien conoces que estoy sumido en amarguras en medio de tan honda aflicción sólo acierto volver mis ojos a Ti, Virgen querida, Estrella suavísima que guías con tus fulgores la vida del hombre, consuelas y cautivas, alivias y transformas el alma del pecador.

No me desampares ¡Oh Madre! Porque entonces ¡qué será de mí?, no me retardes tu auxilio porque sabes cuan débil soy. Acuérdate que te llamamos Milagrosa y siempre muestras que lo eres. Unido pues, a tus devotos de la tierra y a los que habitan en el cielo, te ruego ¡Madre querida! que por tu Hijo bendito acojas mi petición. Eres mi vida, mi esperanza, mi todo: mírame compasiva, no me desoigas. Amén.

Tres Aves Marías, precedidas cada una de la Jaculatoria:

"Oh María, concebida sin pecado,
Rogad por Nosotros que recurrimos a Vos”

(Pídase ¡agracia que se desea obtener)

Después se continúa con la consideración del día correspondiente y se termina con los GOZOS.

CONSIDERACIONES PARA EL
DÍA PRIMERO
Oremos a la Virgen con la humildad

La humildad es una virtud que reprime el apetito desordenado de la propia excelencia, e inclina al hombre a reconocer su propia vileza según la verdad.

No es ella fruto de la pusilanimidad que proviene del respeto humano, ni de la pereza espiritual que lleva a la inacción.

El que es humilde, reconoce los dones naturales y sobrenaturales que Dios, le ha concedido y también reconoce sus  buenas obras y méritos pero, los atribuye primeramente a Dios, puesto que Él, es quien le ha dado la capacidad y su auxilio para obedecerlos. Por eso cuando por voluntad de Dios, le vienen honores, no se engríe en ellos sino que sabe referirlos a Él.

El humilde admira sin envidia las cualidades que hacen a otros mejores que él, y recordando la propensión que llevamos de exagerar los bienes propios y los defectos ajenos, no quiere en sus juicios y trato ser preferido a los demás.
Tampoco quiere las alabanzas sino que, en cuanto la prudencia lo permita, desea que otros conozcan su propia abyección y lo esprecien, alegrándose en las humillaciones que recibe, porque sabe que como pecador las merece justamente y que llo es medio admirable para asemejarse a Jesús. Jamás habla bien ni mal de sí mismo, sino por necesidad, y nunca se infla  n la prosperidad ni se deprime en la adversidad, porque está íntimamente convencido de que todo viene ordenado por ios, su absoluto dueño, para nuestro bien.

PRÁCTICA: Procurar no caer en falta voluntaria durante este novenario, y terminarlo, a ser posible con una confesión y  omunión fervorosas.

CONSIDERACIÓN PARA EL
SEGUNDO DÍA
A imitación de María, vivamos de la fe

Toda nuestra santidad consiste en la participación que tenemos de la santidad de Cristo, y mientras más perfecta sea nuestra fe, en la divinidad deJesús, tendremos como hijos suyos más derecho a la comunicación de su vida divina.

La fe, constituye la primera actitud que debemos tener en nuestras relaciones con Dios: ella debe animar todas nuestras acciones y en la fe quiere Dios, que le sirvamos durante nuestra vida.

Debemos tener sobre todo, una fe inquebrantable en los méritos infinitos de nuestro Señor Jesucristo, que fortalece nuestra debilidad y suple nuestra miseria. A El, debemos recibirlo con fe viva en cualquier forma que se nos presente: En los sacramentos, en la Iglesia su Cuerpo Místico, en el prójimo, y en su providencia que dirige todos los acontecimientos para nuestro bien aunque nos sean dolorosos. Recibámosle con una adhesión entera a su Palabra divina y un completo abandono en su servicio.

PRÁCTICA: Repetir muchas veces esta súplica durante el novenario: "Señor dame lo que para mí, quiera y te pida la Santísima Virgen”.

CONSIDERACIONES PARA EL
DÍA TERCERO
En María y a imitación suya sepamos confiar

La confianza en Dios, es necesaria a la salvación, a la perfección, no menos que el espíritu de fe. Para tener una vida  interior acendrada no basta, como lo hacen muchos cristianos, esperar en Dios, de una manera débil e intermitente, sino que es preciso amar su divino querer, a veces oscuro, desconcertante, aceptarlo con espíritu de filial sumisión y esperar  l socorro de Dios, con una confianza firme, humilde y perseverante.

El alma que verdaderamente confía no cede a las tentaciones provenientes del mundo, del demonio y de la carne, porque sabe que Dios, nunca manda lo imposible y la Virgen jamás la deja sola. No se turba por las pruebas que el Señor  le envía, porque sabe que son para purificarla y se apoya no en sus fuerzas sino en la gracia divina. No se turba, en fin, con la consideración y recuerdo de sus faltas, porque el motivo de su esperanza no es ni sus fuerzas, ni la inocencia de su vida, sino la misericordia infinita de Dios. Goza de inalterable paz porque Jesús y María son su esperanza.

PRÁCTICA: Rezar varias veces esta súplica “Madre mía, Tú, lo sabes todo, lo puedes todo y me amas mucho. En Ti,  confío.

CONSIDERACIONES PARA EL
DÍA CUARTO
Caridad

El amor completa la fe y la esperanza; nos hace experimentar por Dios, una real complacencia, preferirlo a todo los demás, y tratamos de manifestarle este amor cumpliendo su divina voluntad.

Cuando esta virtud acompaña las demás virtudes les da una nueva eficacia y es principio de un nuevo mérito, por eso nuestra santidad crece proporción al grado de amor con que cumplimos nuestros actos.

No debemos contentarnos con complacernos en las divinas perfecciones, sino que debemos mostrar con obras el amor, procurando no tener en el ejercicio de nuestra actividad otro principio que la gracia, otro fin que el cumplimiento de la voluntad divina, ni otro móvil primario que el amor de Dios y los intereses de su gloria.

Unámonos a Cristo en todos nuestros, actos y pidámosle a imitación de María que sea la gloria de su Padre el primero y el último pensamiento de todo cuanto hagamos.

PRÁCTICA: Practiquemos hoy la caridad con nuestro prójimo, tanto exterior como interiormente: evitando cuanto le disgusta y mostrándonos afables con quienes nos desagradan.

CONSIDERACIÓN PARA EL
DIA QUINTO
Vivamos por María

El verdadero devoto de María, procura dirigir hacia Ella, toda su existencia con sus trabajos y descansos, pesares y alegrías. No quiere buscar en nada su propia satisfacción en desacuerdo con su conciencia, sino que brega por complacer en todo a Nuestra Señora y por su medio glorificar a Dios, como fin último.

Está atento en no dejarse llevar por su amor propio que casi siempre aun sin darnos cuenta, es el principal móvil de nuestras acciones, y para lograr esta rectitud de intención en todo, repite muy a menudo en el fondo del corazón: POR VOS MADRE MÍA, hago esto o aquello, voy a tal parte, sufro tal pena, tal injuria, etc. Con esta idea de que emplea toda su actividad y su tiempo en honor a la Virgen, avanza animoso aun en las dificultades y siempre tiene en cuenta que mientras más pura sea la intención de todos sus actos, esto es: mientras menos se busque así mismo siguiendo su voluntad en contra de la de Dios, y no haga el bien por ostentación o interés; tanto más méritos cosechará para la vida eterna.

PRÁCTICA: Digamos frecuentemente "Todo por vos, Madre mía".

CONSIDERACIÓN PARA EL
DÍA SEXTO
Vivamos por María

Quien de veras ama a Nuestra Señora, se esfuerza por imitarla en todo, pues de lo contrario su devoción sería superficial y deficiente.

El fiel devoto tiene a María, como modelo perfecto de todas las virtudes y fija los ojos en Ella, para imitarla cuanto más  pueda, no sólo en sus oraciones y trabajos sino también en sus sufrimientos, gozos y en cualquier circunstancia en que se encontrare. A este fin suele preguntarse en todo: la Virgen en lugar mío ¿haría esto?, ¡Diría esto?, ¿Cómo se portaría en este trance o con tal persona?, ¿Cómo haría esta práctica de piedad?, ¿Cómo obraría ahora?, etc. Y sigue la respuesta que seguramente le dictará su conciencia.

Le ayudará muchísimo meditar las virtudes y los ejemplos que encierra la vida de la Virgen, y así llegará pronto a una unión muy íntima con Dios. ya que el vivir con María nos hace elegir en todo lo más perfecto y practicarlo con la mayor caridad. Este ha sido el secreto de los santos.

PRÁCTICA: Preguntémonos a menudo: "María, cómo obraría en mi lugar?, Y hagamos lo que nuestra conciencia responda.

CONSIDERACIÓN PARA EL
DÍA SÉPTIMO
Vivamos por María

No nos basta para alcanzar la perfección tener rectitud de intención en todo y vivir con María: sino que hemos menester una fidelidad muy perfecta a la gracia dándole a la Virgen cuanto nos pida sin regatearle sacrificio alguno. Tenemos que crucificarnos en el estricto cumplimiento de nuestros deberes y preferir los movimientos de la gracia a los de nuestra naturaleza viciada, débil y cobarde, que siempre tiende a llevarnos al pecado o a la flojedad en el bien.

Obrar por María, es pues, no sólo servirnos de Ella, como de Medianera para con Dios en nuestras ofrendas y súplicas, acudiendo a su intercesión y apoyándonos en sus méritos; sino ante todo practicar una filiación amorosa “guiándonos por su espíritu y obedeciéndola en todo", es decir, siguiendo con continuidad todos los llamamientos de la gracia, ya que ellos nos manifiestan la voluntad de Dios y por consiguiente el querer de María.

Para dejarnos guiar por el espíritu de la Virgen, es un excelente medio renunciar al nuestro, es decir, al propio parecer y voluntad antes de hacer cualquier cosa; y ello se consigue sin dificultad diciendo mental o verbalmente "Renuncio a mi mismo, me entrego a Vos, Madre mía", siendo muy provechoso y laudable renovar durante la acción o después de ella ste mismo acto de unión que tanto recomienda San Luis de Montfort a los esclavos de la Virgen.

PRÁCTICA: Digamos frecuentemente durante estos días: Madre mía, Tú sabes cuánto necesito y deseo, renunciar a mí mismo, dame lo que quieras.

CONSIDERACIONES PARA EL
DÍA OCTAVO
Vivamos en María

Observando lo que hemos considerado anteriormente, el devoto de la Virgen, llegará a vivir en unión íntima con Ella, porque entonces habrá adquirido la transformación espiritual.     
Vivirá como en una atmósfera mariana, pues los sentidos internos y las facultades del alma se marianizan a medida que van ejercitándose en el servicio fervoroso de la Bendita Señora. Pues Ella, obra de manera admirable mediante las potencias de su siervo.

Quien vive en María, se encorazona en Ella, por decirlo así, al apropiarse sus sentimientos que en resumen son éstos: Con respecto a Dios, sumisión amorosa, o sea, una conformidad perfecta con la voluntad divina haciendo cuanto Dios, quiere y como Él, lo quiere. Con respecto al prójimo una perfecta caridad en pensamiento, afectos, palabras, y acciones. Y para consigo mismo una paz imperturbable, fruto del perfecto equilibrio y sostenimiento de las pasiones, paz que va

acompañada de abandono filiar en su Reina y Señora y de alegre agradecimiento por los beneficios que a porfía le  otorga. El feliz devoto que llegue a esta etapa en la devoción a la Virgen, podrá decir justamente con San Pablo: "Vivo  o, mas no yo sino que Cristo, vive en mi".

PRACTICA: A imitación de nuestra Señora, no perdamos el tiempo, evitemos las ocupaciones y las preocupaciones inútiles y digámosle continuamente: "Madre mía, me uno a Vos "

CONSIDERACIONES PARA EL
EL DIA NOVENO
Soy todo tuyo, Madre mía, y todo lo mío te pertenece

Que dicha tan íntima experimenta el fervoroso esclavo de María, al repetir esta frase que alienta y pacifica.

El no quiere tener ningún apego desordenado a las criaturas y por amor a Dios, renuncia gustosamente a los más caros afectos, en su vida, salud, familia, atractivos, consuelos, descansos y bienes todos, tan solo quiere pasar las horas y los días en servicio de su Madre y Señora, amándola y haciéndola amar cuanto más pueda. Está desprendido de todo pero la Virgen, es su pertenencia y le basta.

El alma enamorada de María, no admite temores por el futuro ni le inquietan lo recuerdos del pasado; vive feliz aprovechando el momento presente, con la mayor intensidad posible, en medio de un santo abandono lleno de  confianza y agradecimiento.

Las mismas cruces le son dulces porque sabe que son medio excelente de santificación: cree que Dios le ama más de lo que puede imaginar y que todos esos dolores se truecan en gracias y después en la gloria.

Para María y en María ora, sufre y trabaja, esperando el día en que por Ella y con Ella,  empiece a gozar eternamente de la visión de Dios.

PRÁCTICA: Renovemos diariamente nuestra consagración a la Santísima Virgen y digámosle a menudo, "Soy todo tuyo, Madre mía y todo lo mío también es tuyo, Señora".

GOZOS

Nuestra Madre te aclamamos,
Con ferviente corazón.

Se responde:

Oh Milagrosa dulcísima
No desoigas mi oración.

Medianera de las gracias
Te constituyó el Señor
Y de tus manos en rayos
Las viertes con profusión
Socórrenos ¡Virgen Santa!
Abrásenos ya tu amor.

R.- Oh Milagrosa...

Son miles los pecadores
A quienes das el perdón
Son sin cuento los dolores
Que mitigas con amor
Llegamos a Ti confiados
Remedia nuestra aflicción.

R.- Oh Milagrosa...

Nunca desoyes las suplicas
Que te llegan con fervor
Siempre alivias a tus hijos
Con sin igual compasión
Les otorgas cuanto piden
O más, y resignación.

R. - Oh Milagrosa…

En el cielo de tus ojos
Centellea tu candor
Yen tu regazo atesoras
Un maternal corazón
Que es paz, alivio y consuelo
Del mísero pecador.

R.- Oh Milagrosa...

La sonrisa de tus labios
Disipa todo temor
Los encantos de tu imagen
Arroban el corazón
Acógenos en tus pliegues
Yescucha nuestro clamor

R.-Oh Milagrosa...

Las lágrimas en consuelos
Truecas con intenso amor,
Ytus plantas virginales
Oprimen al tentador,
Oh Madre clemente y pía
Míranos con compasión.

R. - Oh Milagrosa...

Todos los hombres te llaman
MILAGROSA y con razón,
Pues no hay dolor ni tristeza
Al que niegues tu fervor
Ninguno te invoca en vano
Danos hoy tu bendición.

R: Oh Milagrosa...

Nuestra Madre te aclamamos
Con ferviente corazón:

Oh Milagrosa dulcísima
No desoigas mi oración

ORACIÓN FINAL

¡Oh Virgen Milagrosa!, Refugio, consuelo y esperanza mía! Aquí me tienes, no me desampares. Merezco la aflicción que padezco y mil más, pero Tú, eres mi Madre y como tal no puedes mostrarte indiferente. Bien sé que el dolor es una gracia que purifica al alma y trae grandes recompensas, pero ¡soy tan débil Señora!.

Puedes cuanto quieres porque el Señor, se complace en escucharte, y te pido que quieras socorrerme porque en cambio prometo amarte mucho y hacerte amar cuanto pueda.

Son mares de lágrimas los que ha enjugado tu Medalla bendita y a cuántos corazones en este momento les  estarás trocando sus amarguras en agradecimientos y alegrías.

Permíteme que ahora presente al Señor los cuidados maternales que para con Él, tuviste en Belén, Jerusalén, Egipto y Nazaret; que le ponga de presente tus oraciones y lágrimas durante su ministerio público y dolorosa Pasión, déjame alegarle tu santo celo en la naciente Iglesia y la gloria incomparable que por tu fidelidad gozas en el cielo, para que en tantas excelsitudes se pierda mi miseria y alcance por ellas, la bendición que imploro.

¡Ea Señora mía!, a nadie has desoído, no retardes mi alivio, muestra que eres mi Madre, escucha benigna mi plegaria, despacha mi súplica y haz que los ángeles y bienaventurados glorifiquen a Dios por mi. Amén.

CONSAGRACIÓN A LA VIRGEN MILAGROSA

A Ti, oh Virgen Milagrosa, que después de Jesús, eres mi todo, consagro desde hoy y para siempre: Mi alma y mi cuerpo, mis bienes interiores y exteriores, naturales y sobrenaturales, presentes, pasados y futuros.

Quiero amarte con el amor de todos los ángeles y santos y con el de tus devotos que existen y existirán. Bien sé que por mí mismo, nada puedo pero de Ti, todo lo espero. Por tanto, auméntame la gracia santificante ya que por ella la Beatísima Trinidad, mora en mi alma, y así mi deificación será más plena. Acrecienta mi fe para que viendo la acción de Dios, en todo, nada perturbe mi paz aprenda a divinizar el sufrimiento, medio por excelencia de santificación, y a imitación tuya me haga todo para todos viendo a Cristo en mis hermanos. Renuncio a mis temores y deseos, tristezas y alegrías que de Ti, no me vinieren, para que muriendo místicamente al mundo y a mi propio yo sea Jesús el que en mi viva, como vive en Ti, por el Espíritu Santo y para gloria del Padre. Amén.

Tres Avemarías, precedidas cada una de la
jaculatoria: "Oh María, concebida sin pecado
Rogad por nosotros que recurrimos a vos”.
y finalizadas con el “Gloria Padre”...

Gobierno Eclesiástico

Arquidiócesis de Medellín

Septiembre 30 1979

PUEDE IMPRIMIRSE

JOSÉ SALAZAR BOTERO

Vicario General

Décima Edición

Programaa tu Destino, julio 2024

Imprimir Archivo pdf: Programa tu Destino

BREVE HISTORIA DEL ROSARIO

 
Infestando la herejía albigense el Sur de Francia con gran daño de las almas y peligro para la per­manencia en las conciencias de las verdades más fun­damentales de la FE CATÓLICA, es  piadosa creencia que Santo Domingo de Guzmán, viendo los escasos frutos de conversión que producía con sus predica­ciones, impetró de la Santísima Virgen María un mé­todo o medio de obtener resultados más positivos y duraderos
 La misma Madre de Dios inspiró al santo esta devoción, que tan maravillosamente conjuga la medita­ción de las verdades más fundamentales de la Vida de Nuestro Señor y los misterios más trascendentes de su Santísima Madre, con la sencilla recitación del Padrenuestro y el Avemaria.

Solía el santo reunir al pueblo en las plazas y en los templos, y después de una instrucción doctrinal pertinente sobre las verdades de la FE les invitaba a recitar un número determinado de veces la salutación angélica, y de esta forma encomendar a la gracia y eficacia del amor y compasión de María el fruto de la predicación. Los resultados fueron maravillosos. Y muy pronto se hizo popular esta devoción y la adoptaron los compañeros del santo y después los más insignes devotos de María.


En la mente del glorioso Santo Domingo quería que el rezo del santo Rosario fuera para los seglares lo que el rezo del Oficio Divino para los sacerdotes y religiosos obligados a coro, o sea el DEBER principal de alabanza y glorificación a Dios por medio de su Santísima Madre; por eso él le denominó el «salterio mariano».


El Beato Raimundo de Capua, que fue confesor y director espiritual de Santa Catalina de Sena y nos dejó de ella su admirable y devota biografía, impuso pocos años después a su famosa «MILICIA DE CRIS­TO», una especie de Asociación Católica de aquellos tiempos, fundada por él, la obligación de la meditación de los misterios principales de nuestra RELIGIÓN y la recitación de los Padrenuestros y Avemarias, que poco a poco se fueron concretando en 150. Para re­citarlo completo se valían de coronas o cuentas en­garzadas, que ya se usaban desde muy antiguo, con finalidad similar, entre los anacoretas de Egipto.

Posteriormente, el Beato Alano de Roche fijó defi­nitivamente la forma de rezarlo, como hoy lo hace­mos. A él confió la Santísima Virgen unos favores para los que todos los días ofrezcan este obsequio delicadísimo al Corazón de la Madre de todos los creyentes.

Los Sumos Pontífices, han enriquecido esta devoción con las gracias y privilegios más extraordinarios y la han enaltecido con las alabanzas más elogiosas. Ur­bano IV le llama el «incremento de los cristianos»; San Pío V, «la disipación de toda herejía»; Clemente VIII, «la salud de todos los fieles»; Sixto V dijo que había sido «inspirado por el ESPÍRITU SANTO para utilidad de la Religión Católica»; Paulo V, «la caja de cauda­les de todas las gracias»; Pío IX, que era «el Evange­lio compendiado y que es la devoción más hermosa, más rica en gracias y más agradable al Corazón de MARÍA». Al Papa León XIII se le llamó, por antono­masia, el PAPA DEL ROSARIO, y le dedicó, junto con la festividad, todo el mes de octubre, y decía que era «el conjuro más eficaz para disipar todos los peligros que amenazan al mundo», y el Papa actual, en su última Carta Apostólica sobre la devoción del Rosa­rio, nos recuerda que «es como un emblema y ban­dera augural de paz en los corazones para todas las gentes humanas» (Carta Apost. 29 sept. 1961).

¿Y qué alabanzas y elogios no le han prodigado todos los santos? Son pléyade los que lo han estima­do, extendido y enseñado como la devoción más hermosa y delicada que podemos ofrecer a Nuestra Madre. Además de Santo Domingo de Guzmán, su fundador y propagador principal, San Vicente Ferrer, San Alfonso María de Ligorio, que afirmaba «que entre los obsequios que se tributan a María, ninguno le es tan agradable como el Santísimo Rosario; San José de Calasanz lo legó a todos sus hijos como tes­tamento y última voluntad; San Luis Grignon de Montfor le prodigó tales alabanzas que rayan en lo in­creíble; San Antonio María Claret, según sus piadosas manifestaciones, fue escogido por la misma Reina del Cielo para restaurar y propagar en nuestra Patria esta devoción, decaída en el siglo anterior, lo mismo que en Francia lo fue para el siglo XV el Beato Alano de la Roche, a quien la Virgen María le señaló como principal adalid para propagarla y extenderla por todas partes, diciendo de ella que «era un arma po­derosísima para extirpar las herejías, un instrumento el más apto para arrancar los vicios y plantar las virtudes y un medio seguro para alcanzar la miseri­cordia de Dios», según se lo había revelado igual­mente al mismo FUNDADOR. Y a él en especial le prometía que aquellos que fueran fieles y constantes en rezar su Santo Rosario «obtendrían alguna gracia especial —disfrutarían en el cielo de una gloria su­perior a los demás elegidos—, no morirían sin recibir los Santos Sacramentos y los sacaría pronto del Pur­gatorio». Pero para obtener y disfrutar estos privile­gios y hacernos dignos de las demás magníficas pro­mesas que la misma MADRE DE DIOS prometió al Beato para los devotos del Santo Rosario, «es me­nester, añadió, que el que me sirva no se canse, que el que me ame no se enfríe en mi amor y persevere en ofrecerme este obsequio hasta que venga a unirse conmigo en el Paraíso». (Tomado de «Le T. S. Rosaire de la Mere de Dieu», del V. G. Ma. Sarnelli, capítu­los V y VI.)


LAS QUINCE MAGNIFICAS PROMESAS DE LA VIRGEN

 A LOS DEVOTOS DEL ROSARIO


I.El que me sirva, rezando diariamente mi Rosario, recibirá cualquier gracia que me pida.

II.Prometo mi especialísima protección y grandes beneficios a los que devotamente recen mi Rosario.

III.El Rosario será un fortísimo escudo de de­fensa contra el infierno, destruirá los vi­cios, librará de los pecados y exterminará las herejías.

IV.El Rosario hará germinar las virtudes y también hará que sus devotos obtengan la misericordia divina, sustituirá en el cora­zón de los hombres el amor de Dios al amor del mundo y los elevará a desear las cosas celestiales y eternas. ¡Cuántas almas por este medio se santificarán!

V.El alma que se me encomiende por el Ro­sario no perecerá.

VI.El que con devoción rezare mi Rosario, con­siderando sus misterios, no se verá oprimido por la desgracia ni morirá de muerte desgraciada; se convertirá, si es pecador; perseverará en la gracia, si es justo, y en todo caso será admitido a la vida eterna.

VII.Los verdaderos devotos de mi Rosario no morirán sin los auxilios de la Iglesia.

VIII.Quiero que todos los devotos de mi Rosa­rio tengan en la vida y en la muerte la luz y la plenitud de la gracia y sean partícipes de los méritos de los bienaventurados.

IX.Libraré pronto del purgatorio a las almas devotas del Rosario.

X.Los hijos verdaderos de mi Rosario goza­rán en el cielo de una gloria singular. XI.Todo lo que se pidiere por medio del Rosa­rio se alcanzará prontamente. XII.Socorreré en todas sus necesidades a los que propaguen mi Rosario.

XIII.Todos los cofrades del Rosario tendrán por hermanos en vida y en la muerte a los bienaventurados del cielo.

XIV.Los que rezan mi Rosario son todos Hijos míos muy amados y hermanos de mi uni­génito Jesús.

XV.La devoción al Santo Rosario es una señal manifiesta de predestinación a la gloria.

INDULGENCIAS GENERALES QUE PUEDEN LUCRAR TODOS LOS QUE LO RECEN

La Sagrada Penitenciaría Apostólica, con fecha 2-1-53, ha publicado el Sumario completo de todas las Indulgencias del Rosario. Las concedidas a todos los fieles son:

1.         Indulgencia plenaria, cuantas veces recen el Santo Rosario ante el Santísimo Sacramento, expuesto o reservado.

2.         Indulgencia plenaria dos veces al mes en la forma acostumbrada, a los que recen en fami­lia diariamente, durante un mes, una parte del Rosario.

3.         Indulgencia plenaria  el  último  domingo  de cada mes, siempre que en compañía de otros hayan rezado una parte del Rosario, al menos
tres veces por semana en las precedentes.

4.         Indulgencia plenaria una vez al año, el día que se prefiera, para todos los que rezándole todos los días lo hagan con un rosario bendecido por un Padre Dominico u otro facultado para ello:

5.         Indulgencia plenaria a todos los que en pú­blico o en privado lo recen en la fiesta del Santísimo Rosario (7 de octubre) y en toda la octava.

6.         Indulgencia plenaria si, pasada la octava de la fiesta, lo rezan durante el mes al menos diez días.

7.         Indulgencia de cinco años cada vez que se rece una parte del Rosario.

8.         Indulgencia de diez años una vez al día a los que en compañía de otros, en público o priva­do, recen una parte del Santo Rosario.

9.         Indulgencia de siete años en cualquier día del mes de octubre a todos los que lo recen fer­vorosamente, en público o privado.






Nota: Las indulgencias concedidas se refieren a una parte del Rosario, y se pueden sepa­rar las decenas con tal que se rece el Ro­sario durante el día natural. Todas las in­dulgencias son aplicables a los difuntos. Las indulgencias plenarias son concedidas con las condiciones acostumbradas, esto es, confesión dentro de la semana anterior o posterior, comunión sacramental, visita de una iglesia u oratorio público y rogar por la intención del Sumo Pontífice, bastando para cumplir esta última condición un Padre nuestro, Ave y Gloria.





ELOGIOS TRIBUTADOS AL SANTO ROSARIO POR LOS SANTOS Y

MAS INSIGNES VARONES




I.Ningún obsequio es más agradable a la Santísima Virgen, entre todos los que se le tributan, que el Santísimo Rosario.


San Alfonso María de Ligorio.


II.Dichosas las familias que todos los días rezan el Santo Rosario; la Santísima Vir­gen les obtendrá gracias en vida, gracias en la hora de la muerte y gloria extraordinaria en la Patria celestial.
San Antonio María Claret.
III.El Rosario es una espada llameante y una armadura impenetrable que nos pondrán a cubierto de los más temibles asaltos del mundo, del demonio y de la carne, y nos harán vencedores de todos los enemigos.
Beato Alano de Roche.
IV.Son verdaderamente devotos míos y están predestinados a la gloria todos los que rezan con afecto y devoción el Santo Rosario. Hasta ahora no se ha condenado nin­guno, ni se condenará en adelante si ha sido verdaderamente devoto de mi Rosario.
La Santísima Virgen al V. P. Hoyos.
V.Mientras viva rezaré el Rosario, y a falta de labios lo haré con el corazón.
San Pablo de la Cruz

VI.El Rosario es la mejor devoción para el pueblo cristiano.
San Francisco de Sales.

VII.El Rosario es un breviario completo del Evangelio, dividido en quince decenas, que recuerdan otros tantos misterios y expresan las grandes fases de la Redención: el gozo, el dolor y la gloria.
V. Williajn Faber.
VIII.El Rosario es la oración más divina.
San Carlos Borromeo.
 
IX.—Si queremos socorrer eficazmente a las almas del Purgatorio, encomendémoslas a María ofreciéndole el Rosario: porque después de la Misa no hay oración más poderosa para aliviarlas.
San Alfonso  María de Ligorio.
X.Cada misterio es una preciosísima joya, es una obra maravillosa de inestimable valor e incomparable belleza, como obra del Es­píritu Santo y de la Divina Sabiduría.
 
Padre Meschler.
XI.Guardaos de mirar como vulgar y, según algunos sabios orgullosos, pequeña y de poca importancia la práctica del Santo Ro­sario; es verdaderamente grande, sublime y divina.
 
San  Luis  Grignon  de  Montfort.
XII.El Rosario es un compendio de teología impregnado de dulce devoción. Una práctica eficaz de la presencia de Dios. Un medio poderoso para realizar la Comunión de los Santos.
Padre Faber
Tomado del "OBSEQUIO A MARÍA EL SANTO ROSARIO"
por el Rvdo. P. ANSELMO DEL ALAMO SCH. P
(Pgs:117 a 124)