NOTA IMPORTANTE
LAS GLORIAS DE MARÍA
Es el libro más leído en la
historia de la humanidad después de La Biblia y de
La Imitación de Cristo
Queremos en esta blog compartirlo
en forma de entregas parciales para facilitar su lectura y reflexión y así poder valorarlo
poco a poco y sacar un buen provecho espiritual
INTRODUCCIÓN DEL AUTOR AL LIBRO LAS GLORIAS DE MARÍA
Por San Alfonso María de Ligorio
Querido
lector y hermano mío en María: la devoción que me ha movido a escribir este libro
y ahora te mueve a ti a leerlo, nos hace hijos afortunados de esta buena Madre.Si
acaso oyes que me he fatigado en vano componiéndolo, habiendo ya tantos y tan
celebrados libros que tratan este mismo asunto, responde, te lo ruego, con las
palabras que dejó escritas un piadoso abad: “alabar a María es una fuente tan
abundante de gracias, que cuanto más se saca de ella tanto más se llena, y
cuanto más se llena tanto más se difunde”. Significa esto que esta Virgen Bienaventurada,
es tan grande y sublime, que por más alabanzas que se le hagan, muchas más le
quedan por recibir. De tal manera que, al decir de san Agustín, no bastan para
alabarla como se merece las lenguas de todos los hombres.
He
leído muchos y buenos libros, grandes y pequeños, que tratan de las glorias de
María; pero considerando que podría tomar lo mejor de cada uno de ellos, y no
según mi propósito, he procurado recoger en este libro, de entre los autores
que han llegado a mis manos, las alabanzas más selectas y sustanciosas de los Santos
Padres y teólogos. De este modo los devotos de María, cómodamente, podrán
inflamarse en el amor a la Madre de Dios y Madre nuestra con esta lectura. En
especial he procurado ofrecer enseñanzas de Obispos y Sacerdotes para suscitar
con sus predicaciones la devoción hacia nuestra dulcísima Madre.
Acostumbran
los amantes hablar con frecuencia de las personas que aman y alabarlas para así
cautivar el amor y la estima de los demás por esa persona. Muy escaso debe ser
el amor de quienes se vanaglorian de amar a María, pero después no piensan casi
en hablar de ella y hacerla amar de los demás. No actúan así los verdaderos
amantes de Nuestra Señora. Ellos quieren alabarla sobre todo y verla muy amada
por todos los demás hombres.
Por
eso, sus devotos siempre que pueden, en público y en privado, tratan de
encender en el corazón de todas aquellas benditas almas, las llamas de amor de
su Amada Reina, en las que se sienten inflamados. Para que cada uno se persuada
de cuánto importa para su bien y el de todos los pueblos y naciones promover la
devoción a María, ayudará escuchar lo que dicen los Doctores de la Iglesia:
Dice san Buenaventura, que quienes se afanan en propagar “Las Glorias de María”, tienen asegurado el paraíso. Y lo confirma Ricardo de
San Lorenzo, al decir que honrar a esta Reina de los Ángeles, es conquistar la
vida eterna.
Porque
nuestra Señora, como la más agradecida, se empeñará en honrar en la otra vida
al que en esta vida nunca dejó de honrarla. ¿Quién no conoce la promesa de
María, en favor de los que se dedican a hacerla conocer y amar? La santa
Iglesia le hace decir en la fiesta de la lnmaculada Concepción: "Los que
me esclarecen, tendrán la vida eterna"(Eclesiástico 24,31).
"Regocíjate, alma mía -decía san Buenaventura, que tanto se esforzó en
pregonar las alabanzasde María; salta de gozo y alégrate con ella, porque son
muchos los bienes preparados para los que la ensalzan". Y puesto que las
Sagradas Escrituras, añadía San Buenaventura, alaban a María, procuremos siempre
celebrar a esta Amorosa Madre, con el corazón y con la lengua para que al fin
nos lleve al Reino de los bienaventurados.
Se
lee en las revelaciones de Santa Brígida que, acostumbrando el Obispo Emigdio,
a comenzar sus predicaciones con alabanzas a María, se le apareció la Virgen, a
la santa y le dijo: Hazle saber a ese Obispo, que comienza sus predicaciones
alabándome, que yo quiero ser para él una Madre, tendrá una santa muerte y yo
presentaré su alma al Señor. Y, en efecto, aquel santo murió rezando y con una
paz celestial. A otro religioso dominico, que terminaba sus predicaciones
hablando de María, se le apareció en la hora de la muerte, lo defendió del
demonio, lo reconfortó y llevó consigo su alma al paraíso. El piadoso Beato Tomás
de Kempis presentaba a María, recomendando a su Hijo, a quienes pregonan sus
alabanzas, y diciendo así: "Hijo mío, apiádate del alma de quien te amó a Ti,
y a mí me alabó".
Por
lo que mira al provecho de los fieles, dice san Anselmo que habiendo sido el
sacrosanto seno de María el camino del Señor, para salvar a los pecadores, no
puede ser que al oír las predicaciones sobre María, no se conviertan y se
salven los pecadores. Y si es verdadera la sentencia, como yo por verdadera la
tengo y lo probaré más adelante en este libro, que todas las gracias se
dispensan sólo por manos de María. Así santificó a Italia san Bernardino de
Siena; así convirtió provincias santo Domingo de Guzmán; así San Luis Beltrán
uno de los grandes misioneros y patrono también de Colombia, en todas sus
predicaciones no dejaba de exhortar a la devoción a María; y así tantos y
tantos otros.
El
Padre Séñeri, célebre misionero, en todas sus misiones predicaba sobre la
devoción a María, y a ésta la llamaba su predicación predilecta. En las
misiones de mi comunidad, tenemos por regla inviolable no dejar nunca el sermón
de La Señora, y podemos atestiguar con toda verdad que ninguna predicación
produce tanto provecho y compunción en los corazones como ésta de la
misericordia de María. Digo "de la misericordia de María" porque,
como dice san Bernardo: "Alabamos su humildad, admiramos su virginidad,
pero a los indigentes les sabe más dulce su misericordia: a su misericordia nos
abrazamos con amor, la recordamos con frecuencia y más a menudo la
invocamos".
Por
eso dejo para otros describir los grandes privilegios de María, que yo, sobre
todo, voy a hablar de su gran compasión y de su poderosa intercesión. Para eso
he recogido durante años y con mucho trabajo cuanto he podido de lo que los Santos
Padres y otros célebres escritores han dicho de la misericordia y del poder de
María. Y ya que, en la excelente oración de la Salve Regina, aprobada por la
santa Iglesia y que manda rezar a los clérigos la mayor parte del año, se encuentran
descritas maravillosamente la misericordia y el poder de la Virgen Santísima,
me he propuesto exponer en varios capítulos esta devotísima oración. He creído
además hacer algo muy agradable a los devotos de María, añadiéndole lecturas y
discursos sobre las fiestas principales y sobre las virtudes de esta Santísima
Madre. Y añadiendo al final las prácticas de devoción más frecuentes usadas por
sus devotos y aprobadas por la Iglesia.
Piadoso
lector, si como lo espero, sea de tu agrado esta obrita, te ruego me
encomiendes a la Virgen Santa, para que me dé una gran confianza en su
protección. Pídele para mí esta gracia, que yo pediré para ti también, quien
quiera que seas amable lector, que me hagas esta caridad, las mismas gracias.
Dichoso el que se aferra con amor y confianza a estos dos pilares de salvación,
quiero decir a Jesús y a María; ciertamente no se perderá.
Digamos,
pues juntos de corazón, lector mío, con el devoto San Alonso Rodríguez:
"Jesús y María, mis dulcísimos amores, por vosotros padezca, por vosotros
muera; que sea todo vuestro y nada mío". Amemos a Jesús y a María y
hagámonos santos, que no hay mayor dicha que podamos esperar y obtener de Dios.
Adiós,
hasta que nos veamos en el paraíso a los pies de nuestra Madre y de su Hijo
nuestro Divino Redentor, alabándolos, agradeciéndoles y amándolos juntos, cara
a cara, por toda la eternidad. Amén.
ALFONSO MARÍA DE
LIGORIO
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