martes, 9 de abril de 2013

41 "LA PRINCIPAL DE ESTAS ES EL AMOR" (1 Co 13,13)

Tan repleta de amor estaba María, que fue hallada digna de concebir y dar al mundo a Aquel que es el Amor mismo. Y así la Legión, que no tiene otra vida que la devoción a María y su imitación, por fuerza tiene que destacarse por un amor idéntico al de Ella; tiene que estar repleta de caridad, y sólo así la difundirá en el mundo. Es importante, por lo tanto, observar cuidadosamente las siguientes directrices.
 
1. Para admitir nuevos socios en las filas de la Legión, no se repare en distinciones sociales, ni políticas, ni de raza ni de color. Aptitud es lo único exigido para ser socio. Más hará la Legión por su acción indirecta - es decir, como levadura en la sociedad -, que directamente, mediante las obras que emprenda; de donde se deduce que, si la sociedad entera ha de quedar dominada por la influencia legionaria, la Legión tiene que contar con representantes de toda clase y condición.
 
2. Incorporados ya a la Legión, los socios harán reinar entre sí una sencillez sin afectación y una caridad mutua sincera, desterrando toda distinción. Si se debe amor a aquellos "hermanos más pequeños" a quienes se trata de servir, ¿nos es justo mostrar un amor todavía más exquisito a los hermanos pertenecientes a la misma Legión? El espíritu de diferenciación no sólo arguye un cumplimiento imperfecto de los deberes del socio, sino que aprueba la ausencia de la primera condición para hacerlo: el espíritu de amor. Todo el concepto y el espíritu de la Legión se cifra en una caridad y simpatía intensas que, antes de irradiar su calor al exterior, tienen que arder con viva y rutilante llama en el propio hogar de la Legión. En esto conocerán que sois discípulos míos: en que os améis unos a otros (Jn.13,35).
La caridad, practicada así dentro de la Legión, se practicará pronto también para con todos. Las distancias que se salvan en el seno de la Legión, llevan camino de ser salvadas entre los de afuera.
 
3. En sus relaciones con otras organizaciones cuyos objetivos sean compatibles con la misión de la Iglesia, debe existir un espíritu de cooperación que proporcione la posibilidad de atender y ayudar siempre que sea posible. No todos los católicos pueden ingresar en las filas de la Legión, porque los requisitos que se exigen distan mucho de ser fáciles; sin embargo, a todos habrá que animar a participar de alguna manera en la tarea de la Iglesia. Los legionarios pueden realizar esta tarea a través de su apostolado y mediante contactos personales. Ha de observarse, sin embargo, que, sea cual fuere la cooperación prestada, esta no debe suponer una carga adicional para los legionarios, en detrimento de su propio apostolado. Es importante también que se estudie hasta qué punto, qué clase de ayuda y a quién ha de prestarse dicha ayuda. A este respecto, en las secciones del capítulo 39, punto 6, control del trabajo por parte del praesidium y capítulo 39, punto 8, la naturaleza íntima del trabajo legionario debe salvaguardarse, se habla de este tema.
 
4. Hacia los pastores de la Iglesia, se habrá de mostrar el amor filial que se les debe como padres y pastores espirituales. Los legionarios compartirán sus inquietudes y les ayudarán mediante sus oraciones, y, si es posible, mediante su trabajo activo, para que puedan vencer las dificultades y realizar su tarea más eficazmente.
 
Dado que los pastores de la Iglesia tienen el don divino de comunicar la Palabra de Dios y la gracia de los sacramentos, es obligación de los legionarios mantener a las almas en contacto con estos portadores de los bienes divinos y reparar el lazo de unión allí donde éste se haya roto.
Esto es especialmente necesario en el caso de aquellos que están, de algún modo, alejados de la religión, por razones justificadas o sin justificar.
 
Personas que están gravemente enfermas pueden mostrarse totalmente reacias a visitar un médico. Con frecuencia es su pareja matrimonial, algún familiar o amigo, quienes le aportan el valor necesario.
 
Cuando está en juego la salud espiritual, ésta depende en mucho de la calidad del amor de los que están cerca del que necesita ayuda.
La formación de los legionarios les ayuda a tomar la iniciativa haciendo de intermediarios entre el sacerdote y las almas, y a hacer esto con una gran delicadeza. Ésta es una forma exquisita de caridad. Actúan como agentes del Pastor, que les llama a entrar en su tarea a través del bautismo.
 
Ya puedo hablar las lenguas de los hombres y de los ángeles, que, si no tengo amor, no paso de ser una campana ruidosa o unos platillos estridentes. Ya puedo hablar inspirado y penetrar todo secreto y todo el saber; ya puedo tener toda la fe, hasta mover montañas, que, si no tengo amor, no soy nada. Ya puedo dar en limosnas todo lo que tengo, ya puedo dejarme quemar vivo, que, si no tengo amor, de nada me sirve. El amor es paciente, es afable; el amor no tiene envidia, no se jacta ni se engríe, no es grosero ni busca lo suyo, no se exaspera ni lleva cuentas del mal, no simpatiza con la injusticia, simpatiza con la verdad. Disculpa siempre, se fía siempre, espera siempre, aguanta siempre. El amor no falla nunca. Los dichos inspirados se acabarán, las lenguas cesarán, el saber se acabará (1 Co 13, 1-8).

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